por José María Rodríguez Arias

Si los candidatos a la presidencia (las planchas, no solo a Presidente) son un reflejo del país, en Perú fallamos de saque. En realidad son un buen reflejo de las relaciones de poder existentes y poco más, pero hoy no quiero entrar en «a quién representan» sino «quiénes se presentan». A la espera de las listas al Congreso, lo que ya sabemos es que la carrera presidencial es una competición de hombres (17 de 19 candidatos al Palacio de Pizarro son varones; 13 hombres aspiran a la primera vicepresidencia y hay 5 planchas absolutamente masculinas). Es cierto que una de las candidatas encabeza las encuestas, pero ponga usted a cualquiera con el apellido Fujimori ahí e iría igual o parecido (que los clavos para nuestro ataúd vienen con nombre propio, y los compramos casi contentos).

Está claro que tener a mujeres en primera línea política no garantiza que la agenda feminista (necesaria en un país absolutamente machista como es el Perú) esté en la mesa, esto es: que el feminismo sea un filtro necesario para todas las políticas públicas (¡incluso las de la derecha!, que son la mayoría de candidaturas), más teniendo en cuenta el ideario de la mayoría de mujeres que sí se presentan (de primera, segunda o tercera espada); pero no tenerlas es dejar más del 50% de la población peruana fuera de juego desde el inicio.

La participación de la mujer en la política peruana en los puestos más altos es absolutamente escasa y estas elecciones presidenciales son un buen ejemplo de ello. Debería ser asombroso que en cinco planchas no haya ninguna mujer, pero no lo es, lo asumimos como normal. Como es normal que solo haya 2 candidatas a presidenta (10,53%) o 6 a primera vicepresidenta (31,58%). De los 57 nombres (si no he contado mal, que todo puede pasar), solo hay 16 mujeres (28,07%) y justo la mitad van para la segunda vicepresidencia (8), esto es, de los tres cargos, el menos importante. Así son nuestras planchas: damos la espalda a las mujeres. (Para otro momento ponemos a qué otros colectivos damos la espalda).

Está claro que si hay tres candidatos por plancha, uno de los sexos estará subrepresentado, pero es que en el peor de los casos deberíamos estar hablando de 38/19 y no 41/16; y sería más razonable pensar que si sumamos 19 candidaturas, mal que bien deberíamos tener un similar número de candidatos y candidatas en cada categoría (presidente, primer vicepresidente y segundo vicepresidente) y no una abrumadora mayoría de hombres en las dos primeras categorías y solo algo más o menos ajustado en la segunda vicepresidencia. Solo hay dos planchas presidenciales con mayor presencia femenina que masculina (Partido Humanista y Todos Por el Perú), resulta curioso que en ambos casos el candidato a la presidencia sea hombre.

Ojo: la poca izquierda del Perú sale mal parada en estas tablas por más que una de las dos candidatas a presidenta sea de nuestro palo. Tarea pendiente, pero ya nos queda para el 2021.

Lo peor vendrá después: el reparto de las carteras ministeriales suele estar marcado por los roles de género machistas existentes en la sociedad (Desarrollo e Inclusión Social para las niñas, economía para los niños, etcétera). Sí, habrá mujeres en muchos ministerios (ni tantas), pero respetando galones y roles del patriarcado imperante. Y así nos luce el pelo.

Un cuadro resumen de las 19 planchas: