Cataluña: independencia declarada y suspendida por la misma persona

Este «proceso de independencia» de Cataluña, a ratos, parece simplemente un «cómo no hacer las cosas»

por José María Rodríguez Arias

Cómo no hacer una transición. Cómo no realizar un referendo de independencia. Cómo no impedir un proceso de este estilo. Cómo no reaccionar y reprimir de forma absolutamente desproporcionada, dando más argumentos a tu contrario. Cómo no dar unos resultados oficiales de una consulta. Cómo no declarar la independencia (finalmente). Y, todo hace indicar, que también veremos cómo no se debería reaccionar en estos casos.

Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat, se presentó en el parlamento catalán para dar cumplimiento a la (suspendida) ley de referendo catalana y, siguiendo «el mandato del pueblo», declaró «que Catalunya se convierta en un Estado independiente en forma de república». Una forma algo extraña y poco clara de declarar solemnemente una independencia, pero lo más curioso vino después, cuando agregó: «Y con la misma solemnidad, el Gobierno y yo mismo proponemos que el Parlamento suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos un diálogo sin el cual no es posible llegar a una solución acordada». Lo pudimos ver en directo y lo tienen en todos lados (El País o El Periódico, por ejemplo; o la noticia oficial en catalán, contando el discurso completo en PDF).

Así, el gobierno de Cataluña declara la independencia sin declararla. Deja todo en suspenso para un diálogo con… ¿con quién? El gobierno de España (al que apeló el propio Puigdemont) niega la mayor y no quiere hablar, menos si la finalidad es la República de Catalunya. Por más que se apele a quien sea, no parece probable que un Mariano Rajoy cambie de plan (que es, por otro lado, una hoja de ruta deleznable: reprimir y hacer oídos sordos). De hecho, esa posición beligerante queda clara con la reacción del gobierno: se ha producido una declaración de independencia, no tiene validez y se tomarán las medidas legales (léase judiciales) oportunas (¿el tan mentado art. 155 de la Constitución también? Ya se verá, la reacción oficial será mañana –11 de octubre–).

Lo que ha hecho el presidente de la Generalitat no ha gustado ni a unos (independentistas) ni a otros (no independentistas)… a decir verdad, a algunos sí ha gustado (de ambos «bandos», además). La CUP, el partido aliado del gobierno y el único que planteaba un tipo de república alejada de la democracia representativa capitalista (luego hablo de esto), ya ha arremetido contra el gobierno catalán. Anna Gabriel considera que ha sido una oportunidad desperdiciada, que eso no es declarar la independencia.

Algunas de las declaraciones son tirar leña al fuego (las del PP), otras tienen un tono de broma que, en realidad, acompaña a toda la situación (la del PSC, diciendo que no se puede suspender lo que no se ha declarado), otros ven la oportunidad para forzar o conseguir un referendo pactado con garantías (sí, de verdad, esa es la postura de CSQEP). Desde las juventudes de la CUP, por su lado, se lo toman como una traición total.

Está circulando un texto, firmado por los partidos independentistas (contando el del presidente catalán) donde no se habla de suspensión, se deja clara la independencia de Cataluña y, además, el proceso constituyente… ¿pero dónde quedará ese texto? Está claro que el parlamento catalán no lo ha votado.

El capitalismo ha ganado (pero ya lo había hecho)

Tal vez resulte extraño que un presidente autonómico que se atreve a tirar para adelante con un referendo declarado ilegal sea capaz de hacer una declaración tan timorata a la par que pide la suspensión de la misma inmediatamente. Pero, hasta el momento, el dinero estaba expectante. No podemos olvidar que el principal partido de la coalición del gobierno (PDeCat) es de derechas. Tampoco podemos obviar que la ley de transición aprobada por el parlamento catalán (y suspendida por el TC español) dibujaba una república capitalista, dentro del Euro, de la OTAN y de todo el aparato represor del propio capitalismo. Esto es importante para entender por qué la huida de algunas empresas (grandes, la propia Caixa) de Cataluña ha podido frenar más al presidente catalán que el ruido de las botas de la Guardia Civil.

También, esta fuga de capitales (de sedes sociales, más bien), ha demostrado que cuando el gobierno (central) quiere, puede cambiar las leyes a gran velocidad. Así unas cuantas entidades veían que sus propios estatutos impedían una modificación rápida de la Sede Social, así que el gobierno sacó un Real Decreto Ley vergonzoso en que cambiaban el peso de este tema para que cualquier sociedad que no tuviera expresamente prohibido a su órgano administrativo el cambiar de sede social, el órgano administrativo lo podía hacer (evidentemente, ninguna lo tiene, pues históricamente la Sede está marcada en los estatutos y se consideraba competencia de la Asamblea, salvo que los estatutos dijeran otra cosa, justo lo contrario que ahora). Ni siquiera interesa respetar la plutocracia propia de las sociedades de capital, siempre y cuando los administradores sirvan a los propios intereses del gobierno central.

Hay una visión que recorre las izquierdas (en particular la catalana) en que esto es una cosa de los de abajo, del pueblo, contra la oligarquía; se recuerda a la vez cómo el fascismo vuelve a tomar las plazas en toda España (y en la propia Cataluña) para defender la unidad del país y lo interpretan como que temen perder sus privilegios de clase. No se confundan, queridas y queridos, el proyecto independentista es fundamentalmente burgués. Existe un apoyo explícito de grupos sociales de izquierdas; incluso izquierdas que normalmente no están en la página de estos procesos apoyan el «derecho a decidir» (el papel de la CGT, CNT, Solidaridad Obrera y otros, apoyando la huelga general y el derecho a la autodeterminación es claro, sin obviar que ellos recuerdan que esa Generalitat es, fundamentalmente, un instrumento del capital y un órgano represor), pero una cosa no quita la otra.

ERC y PDeCAT son partidos burgueses, uno reformista y progresista y el otro conservador. Ambos están más preocupados por construir su país con los bancos que con el pueblo, que se vayan las grandes empresas no solo les duele, sino que les desarma.

En la batalla de las huelgas y las patronales, además, se ha visto la debilidad del pueblo. El 3 de octubre se hizo un noparo (permítanme el palabro) donde patronales, sindicatos, agentes sociales varios, paralizaron Cataluña; acá apoyaron desde CCOO hasta las grandes instituciones financieras (más o menos), la queja era simple y unitaria: demasiada represión. Ese día (y por eso lo de noparo) nadie perdió su jornal por «parar» (o, al menos, en muchos trabajos, en tanto que apoyado por la institución, no hicieron realmente una huelga); la huelga general convocada por un sindicato catalanista y apoyada por varios sindicatos revolucionarios o reformistas, en cambio, parece que ha tenido poco seguimiento (la convocatoria original era hasta el 13 de octubre). En cambio, el capital ha hablado cambiando sedes, y ha vencido.

Pero, insisto, ya había ganado con los principales promotores de la independencia, con que, aunque todo cambiara, la estructura económica seguiría igual.

El gobierno central solo entiende de represión

Sí, es cierto, muchas de las imágenes que se vieron el 1-O estaban manipuladas (circularon mucho unas de personas sangrando, con la policía dándoles, que respondían a otras manifestaciones, en algún caso eran reprimidos por esos mismos mossos mostrados el 1-O como una fuerza de seguridad «del pueblo», ¡esos mismos con tantas condenas por torturas y similares –e indultos, que el gobierno español sí cuida de sus represores–!), pero no es menos cierto que España «invadió» Cataluña: mandó a la Guardia Civil en cantidades absurdas, llenó todo de policía; casi no quedó un antidisturbios en el resto de España (era el momento y lo desaprovechamos). Y se dedicó a quitar urnas. Urnas.

En ningún caso eso fue un movimiento inteligente (desde un punto de vista de «rebajar el conflicto»), como demostraron los rotativos de medio mundo poniendo fotografías (reales) de policías o guardias civiles agrediendo a personas que querían votar. Ahí el independentismo catalán ganó el argumento de «nos reprimen», quedó claro que así era. ¿Fue desproporcionada la violencia de las fuerzas de seguridad? ¡Evidentemente! No descubrimos nada: los antidisturbios primero pegan y luego preguntan (hay una derecha catalana que lo acaba de descubrir; esto lo sabemos desde los movimientos sociales bastante bien).

¿Por qué el gobierno central no se siguió el camino de 2014? En aquel año oficialmente el gobierno catalán reculó un poco y dejó todo (en teoría) en manos de «voluntarios»; esas urnas se pusieron y no pasó nada. Este año forzaron y no suspendieron nada, así que el PP decidió subir el conflicto también y buscó, en el fondo, forzar a todos los operadores: poner entre la espada y la pared a todos los agentes públicos (a esto también se apuntó el gobierno catalán). Ambos querían la polarización extrema y la consiguieron. Eso sí, las porras se las llevó el pueblo llano, su sangre (nuestra sangre) corrió y el efecto, en gran medida, fue el contrario.

Así que, en ese sentido, el gobierno catalán salió fortalecido de un referendo que, en realidad, es de difícil defensa (no solo no votó ni la mitad de la población, por más que hayan dos millones y poquito de votos a favor de la independencia, está lejos de ser suficiente y son resultados demasiado parecidos al 2014 para ver un impulso real al independentismo… tampoco es que el proceso para aprobar las leyes que dieron sustento a todo el tinglado tengan un debate político y parlamentario real, todo lo contrario). Pero la represión sufrida te vuelve en la víctima, y en eso tienen razón (y eso que en otras ocasiones el gobierno catalán se ha comportado como el nacional, no nos olvidamos que en su día vimos a los mossos requisando unas; por favor, escuchen a Puigdemont justificando eso y piensen en las palabras de Rajoy, ¿acaso no suenan igual?).

El «solo la ley», cuando el gobierno saca un Real Decreto-Ley cuando se le canta en las narices para favorecer sus intereses políticos resulta un poco (demasiado) hipócrita, máxime cuando tienes la absoluta capacidad de, al menos, abrir un diálogo de reforma constitucional… otra cosa es que, en referendo en toda España, luego se rechace lo acordado por los partidos políticos; pero es que directamente no quieren hablar.

Se rompió, algo se rompió

Ante unas preguntas, se lo comentaba a unos amigos (como parte de lo escrito supra), creo que algo se ha roto. Más que otras veces. La represión del Estado (innegable) ha hecho que en toda España haya manifestaciones a favor del derecho de autodeterminación. España es sorprendentemente particular, no hay pueblo pequeño sin sus propios nacionalistas (hasta están los que proponen la independencia de Castilla), que siempre han estado en la página de las independencias, pero esta vez ha crecido. Mientras más se empeñaba el gobierno en prohibir y criminalizar, más gente se ha sumado a la causa catalana, no por el «sí», sino por el «que les dejen votar»; esa creo que sí ha sido la gran victoria del catalanismo.

También ha ocasionado, días después, una contrarreacción, con la derecha y la extrema derecha españolista en las calles (en Valladolid, una manifestación por los refugiados fue expulsada de la Plaza Mayor por una manifestación filonazi que pedía la unidad de España). Esto es, más fascistas se han visto por las calles (con manifestaciones por la unidad de España en que se terminaba cantando el Cara al Sol, himno franquista). Las dos Españas nunca desaparecieron, está claro.

No podemos negar, tampoco, que hay una parte del pueblo Español a favor de la unidad, en contra de las autonomías o por la reducción de las competencias (en Castilla y León muy abundante, por cierto; por una vez han salido masivamente también en Cataluña –donde, no lo olvidemos, la primera fuerza de la oposición es un partido que defiende, en el fondo, más centralismo, como Ciudadanos–), que ha iniciado o aceptado que se debe «castigar» a «los catalanes», «¿no se quieren ir? Pues que se vayan», dicen, y llaman al boicot de los productos producidos en esa región de España. (Salvo que sea un tema de psicología inversa, creo que eso no hará sentirse queridos a los catalanes, nada pero nada).

Junto con ellos, posturas más de hartazgo, aburrimiento u otras actitudes más pasivas.

¿Qué puede pasar?

Otras veces ya he escrito sobre todo este tema (acá por ejemplo, sigan los enlaces)… ahora me cuesta pensar en el camino que puede seguirse. Algunas ideas sueltas:

  • Leyendo declaraciones varias, parece ser que Puigdemont tal vez ya no obtenga el apoyo de la CUP (absolutamente decepcionada), pero se gane el de los «comunes»; los partidos de izquierdas catalanas por el derecho a decidir (no como se ha hecho, pero sí el derecho en sí mismo), comandados por la propia alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, pueden apoyar a un gobierno de la Generalitat que esté dispuesto a debatir sobre este tema de forma un poco más amplia que como se ha hecho hasta ahora; eso daría estabilidad al ejecutivo de Puigdemont y podría forzar algún tipo de diálogo en el Estado español. Las palabras del propio Iglesias (líder de Podemos, tercer partido del parlamento nacional) llaman a este diálogo y pacto, a dar aire a los dos gobiernos (nacional y catalán… imposible mientras esté el PP en el poder, recuerdan con razón los de Podemos).

  • El statu quo no se puede (ni debe) mantener. El miedo a consultar es brutal; y eso que estoy casi seguro que un referendo bien hecho lo ganaría el NO (seguramente como en Escocia, por la mínima); pero eso supondría negociar, bajar de un principalismo absurdo («nación es lo que digo yo») y, sobre todo, hacer mucha campaña para movilizar todo el voto (cada uno el suyo; aunque el voto del «sí» lleva al menos desde el 2006 muy movilizado). Hay una España (esto es, buena parte del pueblo español)

  • Que terminemos con unas elecciones autonómicas (algunas fuerzas, como Ciudadanos, llevan tiempo pidiéndolas). ¿Es posible en este momento la plataforma única entre PDeCAT, ERC y CUP? No parece probable (lo fue poco la coalición entre los dos primeros, como para meter a la enfadada CUP), como está el patio, creo que los partidos independentistas ganarían (sobre todo ERC, está capitalizando el voto independentista de lejos) y les daría el empuje que les falta para forzar la mano al Estado… o intentarlo con más éxito (a nivel internacional, al ser España un país medio-grande, nadie hará caso a una independencia unilateral).

  • Se puede seguir indefinidamente en esta situación en que Cataluña se dice independiente pero en suspenso, con múltiples y perpetuos llamamientos al diálogo con el Estado, tensando la cuerda constantemente, mientras que el Estado va, poco a poco, quitando competencias o manteniendo el férreo control que ahora tiene (lo demostró de lejos con el tema del pago: no podemos olvidar que Cataluña está «rescatada» por el Estado, como la propia España lo está de forma indirectas por la UE; en el momento que el gobierno central quiso, cortó el grifo a una Cataluña que no se atrevió a continuar incumpliendo uno de sus compromisos, con lo que inmediatamente reculó y dio la información que se le pedía).

  • ¿Independencia individual? Muy improbable, hasta Mas (expresidente de dicha autonomía) lo indicaba en una reciente entrevista: el gobierno catalán actualmente no controla todo lo que debería para poder imponer esa declaración. Es que estas cosas se deben ganar y no son «gratuitas», no son un camino de rosas, máxime cuando fuerzas la situación, como ellos han querido hacerlo.

  • ¿Estado de sitio o suspensión de la autonomía? El gobierno de España ha ido por la puerta de atrás, en términos prácticos ha hecho dos minisuspenciones de la autonomía (una con el tema económico, otra con las fuerzas y cuerpos de seguridad, intentando controlar a los mossos), pero por ahora no toma ninguna de las dos vías que le exigen los más reaccionarios entre los suyos (y su principal aliado en el Congreso, Ciudadanos), ¿para qué? Si pueden hacer trampas al solitario, ir con los sobres, contabilidad B y todo eso, ¿para qué hacer una suspensión? Si ya «invadió» Cataluña con la Guardia Civil y todos los antidisturbios del país, ¿para qué otras medidas? Lo que puede hacer es oídos sordos y arrestar al presidente catalán, forzar la suspensión de la mesa del Parlamento y otras cosas por el estilo, lo cual sería seguir aumentando el conflicto y, además, dar más razones al independentismo catalán (aún más, sí se puede).

Más o menos…

[Actualización (11 de octubre de 2017, 15:15):

  • Antes de tramitar la suspensión de la autonomía (o parte de ella o a saber cómo) según el art. 155, el Consejo de Ministros ha aprobado preguntarle al gobierno de Cataluña qué fue lo de ayer, si ha declarado la independencia, por «claridad y seguridad». Con esto el gobierno de la nación se da tiempo y se lo da también al catalán. Buscan una respuesta tipo «no, no hemos declarado nada»… ¿será posible? ¿Eso qué ocasionaría?
  • El PSOE apoyará al gobierno, a cambio el gobierno dejará que se abra el melón de la reforma constitucional… en seis meses. Sin el PP, es imposible una reforma de determinadas partes (como el título II, que regula la corona), ¿pero serviría de algo una reforma constitucional con la visión inmovilista casi mayoritaria en la cámara –PP y Ciudadanos–?]
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5 thoughts on “Cataluña: independencia declarada y suspendida por la misma persona”

  1. Ja, ja, no sé si reír o… ¡qué leches, habrá que reír!
    A ver si nos vamos enterando de que esto no es cosa de los pueblos, sino de los políticos corruptos para tapar sus corrupciones aprovechándose de los deseos legítimos de las personas

  2. Este último comentario merece unas reflexiones.¿Cuáles son los legítimos deseos de las personas? Si esto que está ocurriendo (con miles de personas en las calles y yendo a votar en una elección ilegal) no es cosa de los pueblos sino de los políticos corruptos, ¿por qué las propuestas de otras sistemas políticos diferentes o alternativos, no tienen respaldo mayoritario?

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