por Pedro Goldfarb
Desde Israel, kibutz Nir Itzjak en la frontera con la franja de Gaza
El intelectual italiano Umberto Eco definió las 14 características principales del fascismo eterno. Eco pedía apuntar con el índice cada vez que este fascismo eterno pueda aparecer en cualquier parte del mundo, su objetivo era claro: desenmascararlo y combatirlo.
Interesante, como ejercicio filosófico y político, sería ver hasta qué punto estas 14 características aparecen hoy en día en la sociedad israelí, influenciada en forma directa por el pensamiento y la ideología sionista.
El primer punto se refería al culto de la tradición, de los saberes arcaicos, de la revelación que aparece en los textos sagrados. Qué mejor ejemplo que el de Israel, cuyo actual gobierno, influenciado por la derecha israelí y los factores religiosos ortodoxos, propone y promulga legislación de tinte tradicionalista y religiosa que influye en forma directa en la vida cotidiana de sus habitantes.
La segunda característica nos habla del rechazo al modernismo, principio de la depravación humana. En este punto es difícil de acusar al gobierno de Israel de aversión al modernismo. El problema vuelve a aparecer en las influencias políticas de los partidos de ultra derecha religiosa y ortodoxa que integran la coalición de Netanyahu. Políticos que sueñan con insertar los valores religiosos, tradicionalistas pero arcaicos en los diferentes niveles del quehacer cotidiano de la sociedad.
El tercer ítem nos habla de la cultura como sospechosa en la medida en que ella se identifica con actitudes críticas para con el accionar y la política del actual gobierno. Qué mejor ejemplo que el de la actual ministra de Cultura y Deportes, quien ataca en forma descarada cualquier hecho cultural (cine, radio, teatro) que trae algún tinte crítico o acusador del accionar de la derecha israelí. Prohibiciones, despidos, cese de ayudas o subsidios económicos es moneda corriente del actual gobierno.
El fascismo eterno, según Eco, considera que pensar es una forma de castración. Idolatra el culto de la acción por la acción, rechaza todo pensamiento crítico, pues quien está en desacuerdo con el accionar del gobierno es tildado de traición. ¿Cuántas veces aparecen en los medios de comunicación acusaciones de traición contra personalidades culturales o políticas que piensan en forma distinta?… decenas de veces por día. Acusar de traidor a todo el que piensa diferente pasó a ser uso corriente en el lenguaje cotidiano de gran parte de la población israelí.
El miedo a lo diferente… el fascismo eterno es racista por definición: está en contra del otro, de los intrusos, de todo el que no es como él… ¿Qué decir del comportamiento gubernamental y de gran parte de la población con respecto a: los palestinos, los árabes israelíes, los judíos de procedencia etíope, los judíos conservadores o reformistas, los intelectuales de izquierda, los no sionistas… (y la lista sigue…)?
El fascismo eterno encontrará en la clase media frustrada y en aquellos grupos sociales que se sienten defraudados o humillados por una izquierda claudicante y soberbia, caldo de cultivo para sustentar su poder… ¿Qué mejor ejemplo que el apoyo popular sin precedentes que tiene el actual gobierno de derecha?
La lista es larga e interesante. Aparecen en ella características como: el nacionalismo y la xenofobia, la creencia en el complot internacional que quiere destruir al Estado (alguien dijo Irán), el miedo al enemigo, el principio de guerra permanente (no hay con quien hablar, los palestinos solo entienden violencia, la palabra paz es imposible en el Medio Oriente).
Esto produce la aparición de características en la sociedad israelí que y por casualidad (¿o causalidad?) aparecen en el listado de Umberto Eco. Me refiero al elitismo y al desprecio por los débiles, al heroísmo y al culto de la muerte de una sociedad israelí militarizada a la enésima potencia, al machismo y al odio por el sexo no conformista, al populismo cualitativo, a la continua lucha del gobierno de Netanyahu por contrarrestar las influencias del poder judicial, que trata con todas sus fuerzas limitar y minimizar las últimas legislaciones antidemocráticas del gobierno.
El gobierno de Netanyahu, siguiendo las definiciones de Eco, utiliza un lenguaje pobre, una sintaxis elemental para tratar en todo lo posible de limitar los instrumentos que permitan a los ciudadanos el razonamiento complejo y crítico.
En algún momento y en algún lugar, estallaron voces que exigían: ¡No pasarán! Lamentablemente el fascismo está instalado en la mentalidad y el pensamiento sionista del actual gobierno de Israel. Dicho gobierno que aprovecha la coyuntura política y el respaldo internacional de Trump y de distintos gobiernos retrógrados de la región para legislar decretos y leyes que afiancen el pensamiento sionista fascista en la vida cotidiana del país.
Llegó la hora de salir a combatirlo. No tenemos otra alternativa…