por Enrique Gandolfo*
El país tiene hoy una ministra sin cartera: francesa y directora general del FMI. Su nombre es Christine Lagarde.
El plan de sometimiento y de sumisión al organismo internacional es tan indigno que lleva al presidente de un país «soberano» a anunciar como súplica por la mañana de hoy (3 de septiembre), algo no asegurado todavía: que el Fondo le adelantará en el 2019 los desembolsos en dólares previstos para el 2020.
A continuación y con tono plañidero promete que «acompañaremos este apoyo con los esfuerzos fiscales necesarios». Los/as CEO del capital conocen el significado de la palabra eufemismo, pero son hombres y mujeres rapaces y prácticos: más que palabras quieren evidencias. Que se cumpla con el ajuste y que quede firmado por dónde irá el bisturí. Un país postrado para recibir la medicina amarga del capital financiero. El dólar se va a las nubes, algunos pocos ganan millones en horas y la calle se llena de miles de manifestantes que dicen que la educación pública no se vende, se defiende.
En Wall Street le recomiendan a Macri más audacia porque la Plaza de Mayo les queda muy lejos. En la calle no hay burbuja financiera que valga, hay bronca de la buena, de la rebelde, de la insumisa. Bronca que busca, y todavía no encuentra, las articulaciones necesarias para plantarse como fuerza colectiva y trazar otro rumbo a la medida de los intereses de la clase trabajadora.
En el país sin embargo, hay otros personajes que gobiernan provincias y se preparan para negociar el apoyo al «rescate» del FMI en un juego de regateos que los pone del lado de los ajustadores más allá de muecas opositoras. Ninguno cuestiona el problema de fondo: el pago de una deuda ilegítima y fraudulenta. Coherencia no les falta en este punto, pertenecen a partidos que han gobernado después de la dictadura, sin cuestionar la sangría de los pagos ni la ampliación de la deuda. Urtubey, el señorito gobernador justicialista de Salta les pone las palabras necesarias: «Estamos dispuestos a alcanzar consensos».
Dicen que la cifra del recorte en el presupuesto nacional es de 400 mil millones de pesos (40 mil millones de dólares) para el año que viene. Jubilaciones, puestos de trabajo, salarios y reforma laboral están en la mira.
Ahora, el problema no es Macri ni Urtubey ni el conjunto de gobernadores y gobernadoras. En definitiva no son más que hombres y mujeres y circunstanciales en los lugares de mando político que le aseguran la gobernabilidad al capital.
Quienes se apropian de la riqueza colectiva, los que pagan coimas, los que entregan la tierra y propician el saqueo de los recursos naturales, los que fugan divisas, los que no pagan impuestos, los de las cuentas en paraísos fiscales son la clase social nacional y extranjera que gobierna el país.
Son ellos los «mercados». Personas de carne y hueso, dueños de 150 bancos y empresas del agro y la industria, en su mayoría extranjeras que tienen «la sartén por el mango y el mango también».
Aliados no les faltan en la «justicia» y en los grandes medios de comunicación. Tampoco en dirigencias sindicales serviles que en el mejor de los casos proyectan paros como válvula de escape del descontento.
El gran capital cierra filas con el gobierno
Hace unos días, Macri fue a Vaca Muerta1 con Paolo Rocca, el jefe de Techint. Recientemente otro ejecutivo de la misma empresa se había «arrepentido» y reconoció en declaración judicial haber pagado coimas al gobierno anterior. En una reunión de AEA (Asociación Empresaria Argentina) Rocca dijo que él era “conciente de lo que pasaba con la obra pública pero que no fueron partícipes ni cómplices de hechos de corrupción». Lo naturaliza y más allá de la hipocresía en algún sentido tiene razón. La corrupción es sistémica, intrínseca a un sistema de dominación que tiene al lucro como motor económico. A los grandes empresarios no les interesa la transparencia o la limpieza de procedimientos. Les interesan los contratos y si para ello es necesario pasar algún sobre debajo de la mesa, bien vale el esfuerzo para garantizar la tasa de ganancia. Rocca también dijo que «la suspensión de las rebajas a las retenciones, la reducción parcial de algunos reintegros o la postergación parcial de algunos aspectos de la reforma fiscal son sacrificios inevitables para poder llegar a tener a mediano plazo un país con menor carga impositiva y un país creciente». En el mismo encuentro el titular de Pan American Energy, Alejandro Bulgheroni, afirmó: «Tenemos costos laborales altos y productividad baja. Creo que deberíamos negociar nuevos convenios de trabajo donde se tenga en cuenta la productividad».
El mensaje es claro en medio de la crisis y de las zozobras en la justicia, el gran capital cierra filas con su gobierno y le señala el camino: consumar el ajuste y bajar el costo de la mano de obra. En el último punto la devaluación como acción deliberada para licuar salarios y jubilaciones ya ha hecho su parte.
En esta impúdica operación de saneamiento el gran capital cuenta con la ausencia de la clase trabajadora organizada políticamente para resistir y al mismo tiempo delinear otro camino. Su fortaleza es en gran parte nuestra propia debilidad. Esto no significa desconocer las multiplicidad de las luchas sectoriales que en algunas situaciones, a fuerza de compromiso y activa militancia, entorpecen o paralizan las decisiones del ajuste económico.
¿Fuera macri como consigna de la hora?
La genuina indignación frente a los hechos da origen a que se plantee en alguna militancia esta consigna como un curso de acción inmediata.
Sostenemos una visión diferente. El problema no es Macri. El hombre es circunstancial. Podrían tener o poner a otro (incluso más presentable) y la cuestión no cambiaría.
Comprendo que visualizar al jefe de gobierno como enemigo nos brinda un blanco tangible para la bronca que todos tenemos, pero en momentos de crisis, si como clase trabajadora no tenemos fuerza colectiva, un rumbo y un programa de acción para refundar el país sobre nuevas bases sociales, los cambios de figuras entre los de arriba solo traerán cosmética y a corto plazo nuevas penurias para el pueblo con otros nombres en los puestos de gobierno.
Ningún reemplazo de personas cambiará algo en la medida que no se modifique la correlación de fuerzas entre las clases sociales. Nunca más claro que hoy cuál es la clase que gobierna el país aliada y sometida al capital financiero. Los banqueros y capitalistas (y por encima de ellos el gobierno de Estados Unidos) van a cerrar filas detrás de SU gobierno, aún si se les traba la posibilidad de reelección de Macri.
Si hoy tomáramos como línea de acción abajo el gobierno ¿quién lo reemplazaría?
El acuerdo con el Fondo no lo cuestiona ninguno de los políticos del sistema. Todos aprueban el rescate, en todo caso negociando la magnitud de su crudeza.
La crisis no es la crisis del gobierno. Es sobre todo la crisis de un sistema que tiene a la codicia por la ganancia empresaria como razón de ser y que por lo tanto diseña una salida a lo que ellos mismos generan, con un aumento de la explotación del trabajo ajeno. Todos/as quienes defendieron o defienden las políticas de sostenimiento del sistema, son parte del problema, no de la solución.
Ante esto entiendo que en vez de centrar la mira en Macri o en la gobernadora Vidal deberíamos poner el eje de la crítica en el carácter antipopular del gobierno, porque la clase que ellos representan no ofrece otra vía para el país que el sometimiento al FMI, lo que indefectiblemente agudizará la explotación y agravará las condiciones de vida populares.
Si el gobierno se tiene que ir o recambian algunas figuritas nuestra crítica seguirá apuntando a un sistema de dominación como fábrica de desigualdades e injusticias y a sus sostenedores más allá del color del partido.
Al mismo tiempo trazar una línea clara: No al FMI, la deuda es con el pueblo. Nuestros derechos no serán vuestras ganancias. A la lógica del derecho pisoteado oponer la nuestra defensa incondicional de la salud, la vivienda y la educación públicas y por eso mismo repudiar la deuda ilegítima y fraudulenta. También plantear la defensa de los puestos de trabajo con una ley que prohíba los despidos y dejar sentado que las empresas se pueden ir del país pero no llevarse las maquinarias. Empresa que se va, empresa nacionalizada en manos de la clase trabajadora .
Defender como derechos sociales el acceso a la luz, el agua y el gas, anulando de los tarifazos y al mismo levantar como demanda la recuperación de las empresas de energía privatizadas.
Todo ello sin olvidar que los salarios y las jubilaciones mínimas deben ser equiparadas al costo de la canasta familiar.
La clase social que gobierna está destruyendo toda posibilidad de una vida digna para el pueblo. ¿No es hora que paguen el pato por tantos padecimientos infligidos? ¿Podemos aceptar mansamente que Trump venga en noviembre al país para respaldar a sus capataces en el gobierno argentino y consumar sus políticas de saqueo e injerencismo descarado sobre los pueblos de nuestra América?
Revolucionar la vida y la sociedad y forjar un país libre y justo puede no ser un sueño eterno y sí un proyecto realizable, a poco que esta «humanidad diga basta y se eche a andar» y si todos y todas «fuéramos capaces de unirnos para que nuestros golpes sean más sólidos y certeros».
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*Secretario General Central de los Trabajadores Argentinos Regional Bahía Blanca-Dorrego.
1# Yacimiento de petróleo no convencional que se extrae por fractura hidráulica en la paragónica provincia de Neuquén, propiedad de la empresa Chevron.