La cantidad global de obreros empleados en la industria norteamericana no ha cambiado desde 1950, oscilando entre 12 y 13 millones de trabajadores industriales. Sólo en 1965 esta cifra llegó a 14 millones. En los países industrializados del norte había 115 millones de obreros industriales en 1994 comparado con 112 millones en 1973. En el sur económico, incluyendo a los países del viejo bloque comunista, la cantidad de obreros industriales aumentó desde 285 millones en 1980 a 407 millones en 1994. Esto sería aproximadamente un 20% de la población adulta mundial. Si tomamos en cuenta que la vasta mayoría de esta población sigue siendo campesina (cerca del 50%), entonces la cantidad total de obreros, como por ciento de población, no es nada desdeñable.
Si bien en los países industrializados la cantidad de obreros como porcentaje de población descendió a partir de 1980, no es así en cuanto a números absolutos. Al mismo tiempo la cantidad de obreros en el Tercer Mundo aumentó considerablemente a partir de la industrialización acelerada de países como México, Brasil, China, India, Tailandia, Corea del Sur, Taiwan, Singapur, Indonesia, Vietnam. Lo que aumentó considerablemente en todos lados es el rendimiento por hora trabajada. En 1995 la misma cantidad de obreros que en 1970 estaban produciendo cinco veces más de lo que producían en 1950. También la semana laboral industrial se ha alargado, llegando a un promedio de 41,6 horas, mientras que es 32,4 en servicios y 28,8 en el sector empleados de comercio.
Así la percepción de la decadencia de la clase obrera es más un factor producto del crecimiento del sector servicios que de la real reducción en el número global de obreros industriales. Uno de los factores que impacta sobre la estadísticas es que un elevado porcentaje de los trabajadores de servicios tienen múltiples empleos, por ende en realidad hay millones de trabajadores de servicios menos que la cantidad de empleos que se registran en los censos industriales. Por último, muchos de estos nuevos trabajadores de servicios son en realidad obreros industriales de la era postfordista. Muchos de los trabajos de estos sectores han sido modificados por la tecnología, la descentralización y la internacionalización convirtiéndose en una parte del proceso de producción. A esto debemos agregar las “nuevas” industrias como la informática, que emplean obreros altamente calificados (ingenieros), en ámbitos en apariencia no fabriles, para crear productos elaborados en serie (conductores, software, microcircuitos, computadoras). Si entendemos el trabajo fabril como el de la creación de plusvalía en un ámbito de trabajo colectivo y en serie entonces estos últimos también serían obreros. De aceptar esta redifinición del trabajo industrial entonces a las cifras volcadas más arriba debemos agregar millones de nuevos obreros.
Kim Moody, Workers In A Lean World.Unions In The International Economy. London: Verso Books, 1997.
Es decir, la plusvalía se produce con los obreros industriales y agroindustriales y se transfiere sobretodo a los servicios como capital.