por Diego Heluani*
¿EL CHE GUEVARA EN EL CAMPO DE LEPROSOS? Burgueses en las villas de emergencia.
Cómo si de nuestro héroe argentino-cubano se tratara y su épica estadía en el campo de leprosos, un ejército de trabajadores sociales, psicólogos, licenciados en letras, artistas, etc. van a los barrios marginales a hacer trabajos comunitarios. Jóvenes que vivieron siempre en las burbujas de la clase media descubren repentinamente que existen los pobres, en particular los niños pobres, y que éstos son muy simpáticos. Murgas, talleres literarios, de teatro, de fotografía, proyectos de “inclusión social” destinados a los marginados como paliativos de la pobreza.
Estos jóvenes kirchneristas abocados a tareas “comunitarias” sienten estar desarrollando una función de “trabajo en las bases” convirtiéndose ellos en actores de cambio social.
Nadie podría oponerse a estos trabajos porque no se puede considerarlos nocivos. Pero entre hacerlos, como personalmente los hice, y pensar que eso conduce a la instauración de nuevas estructuras sociales en las que los trabajadores comunitarios seríamos los agentes de cambio, hay una gran distancia.
Se trata de distractores analgésicos, que parecen ser la característica que estos “comunitarios” no comprendieron, porque de lo que se trata es de eliminar la pobreza, no de administrar sedantes con los restos financieros que el Club de Paris nos deja para todo tipo de proyectitos comunitarios. Las actividades propuestas en estos programas sirven por lo general de válvulas de escape de la tensión social y para engrandecer el narcisismo de estos jóvenes de clase media enviados a los barrios, porque ahora, como nunca, pueden sentirse “parte del pueblo”.
Nada más lejano de la realidad. Este tipo de paliativos de la pobreza se usaron siempre para amenguar los efectos del descontento social y generar la ilusión del cambio, más que nada en quienes realizan las labores, porque la realidad estructural del pobre permanece inmutable.
Del lado de arriba, una ingeniosa maniobra política destinada no sólo a acallar tensiones sino a ganar y cooptar este sector medio, que no sólo renueva su vanidad sino también, en muchas ocasiones, su bolsillo, visto que constituye una nueva fuente de ingresos.
Muchos de estos proyectos, que también derivaron en posgrados “comunitarios” (como los dictados por la Universidad de Lanús o el dictado por el Ministerio de Salud de la Nación, comúnmente conocido como de “médicos comunitarios”), fueron jugosos negociados del ex ministro Ginés González García, apoyado también por la hermana del ex presidente.
Los sectores medios “progresistas” pueden ahora sentir la emoción de “ser parte del pueblo” y acusan a los críticos del gobierno de no percibir tamaña grandeza, puesto que éstos detractores serían parte de la intelectualidad tomadora de café que jamás se arremangó como ellos para “trabajar en las bases”.
Estos jóvenes kirchneristas desconocen que muchos de quienes critican al gobierno se arremangan y arremangaron mucho antes que ellos salgan de su burbuja, y tienen amplia experiencia realizando trabajos de base no para llevar con los talleres la regodeada remera oficialista que insta a aceptar la política de distribución gubernamental como el máximo al que se puede aspirar, sino para generar una conciencia crítica y una acción destinada a revertir la menesterosa realidad que les toca vivir.
LA GUERRA FRÍA CULTURAL – LA BATALLA POR LAS MENTES Y LAS IDEAS
El inmenso estudio de Stonor Saunders sobre el papel de la CIA y sus fundaciones filantrópicas (“La CIA y la Guerra Fría Cultural”) en los distintos países es de sobra ilustrativo al hablar de los mecanismos explícitos e implícitos de cooptación de intelectuales y personas ligadas al periodismo y la cultura.
Como dijo Eduardo Said: “Creo que una de las principales fallas en la extensa literatura sobre economía, ciencia política e historia del imperialismo radica en que se presta muy poca atención al papel de la cultura para mantener un imperio”.
Nos cuenta Néstor Kohan que ya en los años 30 Antonio Gramsci había profetizado que las nuevas guerras se ganarían en el campo intelectual, en la cultura y las ideas. El eje del control social está dado en la fabricación industrial del consenso basado en la propaganda encubierta, en la guerra psicológica y en la organización de frentes culturales.
Siguiendo esta línea, presenciamos una incursión a gran escala del kirchnerismo en todo tipo de fundaciones y ONG’s subsidiarias destinadas a cooptar, neutralizar o inducir quiebres en los intelectuales y artistas críticos. El gobierno de Néstor Kirchner inició su gobierno desembolsando enormes cantidades de dinero para comprar a la prensa y cooptó un gran frente cultural que incluía a cantantes, artistas, periodistas, escritores, historiadores, filósofos y personas ligadas de una u otra forma al ámbito del periodismo y la cultura.
Empezado su mandato, contó con valiosos colaboradores que armaban sus discursos y toda su propaganda mediática para que prendiera fuego sobre todo en las capas medias progresistas, a la vez que, siguiendo las directivas del Banco Mundial, afianzaba y perfeccionaba el extorsivo sistema clientelista para cooptar a las clases bajas.
El movimiento piquetero, de gran solidez durante los años próximos al 2001, fue sufriendo en el gobierno de Kirchner una progresiva derrota política porque a la vez que se sobornaba a los líderes de los movimientos provocando una crisis interna, se fomentaba mediante la prensa el rechazo de los demás sectores de la sociedad que comenzaban a considerarlos movimientos parásitos de la economía nacional. Se dio entonces una progresiva anulación política de estas corrientes piqueteras, que empezaban a funcionar como interlocutores del gobierno demandantes básicamente de planes sociales, pero no resultaban movilizantes en términos de posicionamiento político de las bases.
En esta cruzada mediática y el reflote discursivo con tintes setentistas ayudaría a Néstor Kirchner un oscuro agente cultural con amplia experiencia periodística, ligado a la CIA y la Fundación Ford: Horacio Verbitsky. Siguiendo a este agente imperial en otras épocas denunciado por Madres de Plaza de Mayo (ahora socios en el apoyo incondicional al gobierno) a causa de los fondos de la Fundación Ford que recibiera Verbitsky a través del CELS, se dio amplia inclusión de elementos setentistas por años renegados y marginados de los ámbitos de poder y gustosamente dispuestos a tener una revancha en la inserción en espacios políticos actuales: Miguel Bonasso, Eduardo Aliverti, José Pablo Feinmann, entre otros. La muestra de mayor obsecuencia la muestra el aglomerado de “Carta Abierta”, un rejunte de intelectuales autodenominados “críticos” pero netamente funcionales al gobierno.
Un silencioso mecanismo de cooptación estaba en marcha. Periodistas críticos vinculados antes a la izquierda empezaron a insertarse en medios oficialistas, al comienzo con reservas y algunos luego persuadidos de la credibilidad del proyecto. Persuasión facilitada por una fuente de ingresos y una inclusión laboral antes impensada.
EL FALSO “ETAPISMO”
Es normal escuchar entre los kirchneristas la propuesta de una suerte de “etapismo”, según el cual, si bien concederían no estar frente a un tipo de cambio estructural, se estaría “construyendo para” o “yendo hacia” cambios más profundos. Es decir, las reformas a las que asistimos deberían ser festejadas porque construyen hacia un futuro de cambios más radicales.
Este sector progresista, al mantener una visión burguesa acorde a su clase, parecen no confiar en el poder de organización de la clase obrera para enfrentar a la derecha. Por el contrario, afirman que el kirchnerismo es “lo máximo que tolera la sociedad”, como si existiera un patrón predeterminado y limitado de mejoras sociales y democráticas a introducir en el país.
Ciertamente, con esa visión transmiten a las masas un fatalismo derrotista que promueve claudicar principios elementales de reivindicación de los derechos obreros y bien nos ha enseñado la historia que la resignación frente al “mal menor” nunca condujo a logros significativos.
A Cuba le llevó tres años aproximadamente pasar de un gobierno reformista y distributivo a un gobierno de características socialistas. El kirchnerismo lleva 8 años en el poder sin que eso se haga siquiera visible, pero no por imposibilidades coyunturales externas o internas, sino por características y motus propios, en el sentido de lo que el mismo régimen promueve abiertamente. Esta administración, a diferencia del chavismo, no sólo no hizo ningún lobby económico a favor de un gobierno de características socialistas (estamos hablando de una apropiación real de los medios de producción por parte de la clase obrera, una reforma agraria y la abolición de la propiedad privada) sino que, por cuenta propia, dejó expresamente en claro en más de una oportunidad que no busca un gobierno socialista sino un capitalismo “más distributivo” o “serio”. Un capitalismo con “rostro humano”. Es hacia allí adonde estaríamos yendo según los kirchneristas, pero en ese caso sería bueno que renuncien definitivamente al perfil izquierdoso y se planteen de una buena vez como reformistas.
Para un socialista, el objetivo prioritario es acabar con la dominación de clase en general, no fortalecer al enemigo “secundario”. Los Montoneros expulsados de Plaza de Mayo por Perón pueden hablar con amplia experiencia sobre los resultados de fortalecer a un líder reformista, con la ilusión de que se va a forzar el pasaje al socialismo.
“ESTAR PEOR PARA HACER LA REVOLUCIÓN”
En una tendenciosa maniobra de anulación de la crítica proveniente de la izquierda para negarla como un interlocutor válido, prevalece entre los kirchneristas un concepto fantástico y algo delirante según el cual los partidos de izquierda desearían un empeoramiento de las condiciones sociales para favorecer una irrupción popular.
Si alguna teoría hiciese alusión a las condiciones sociales propicias para una irrupción popular es justamente contraria, y proyecta que es preferible que las incursiones revolucionarias se den en condiciones tales que el pueblo pueda contar con mayores elementos (materiales, intelectuales, etc.) a la hora de conducir una revuelta.
Las mejoras en las condiciones socio-económicas del obrero son siempre bienvenidas por la izquierda, pero eso no lleva al apoyo de un gobierno que trae tras de sí todo un programa de desigualdad de clases y apoyo a los grandes capitales, y si la izquierda no festeja estas políticas es porque, al revés de lo expuesto por el INDEC, visualiza un empobrecimiento de las capas bajas cada vez mayor y la falta de políticas distributivas en términos de apropiación de los medios de producción.
En estos momentos políticos la derecha más recalcitrante no ha encontrado eco en sus ataques al gobierno por no poder distanciarse táctica e ideológicamente del mismo (lo que implicaría un absurdo visto que comparte el planteo económico de fondo). La izquierda, por el contrario, resulta ser el participante más incómodo para el gobierno, visto que pone de manifiesto toda su política de entrega a los grandes capitales extranjeros y las traiciones al movimiento obrero.
No es casual el reciente ataque y persecución despiadados al Partido Obrero, que junto con otros partidos, viene desenmascarando las maniobras económicas del gobierno a favor de la burguesía en complicidad con la patota sindical de la CGT (patota que el gobierno necesita contra posibles desbordes de los reclamos obreros y el sindicalismo de izquierda) y los grandes monstruos capitalistas en perjuicio de reivindicaciones salariales y populares.
“NO SABES VER LO POSITIVO” – EL MANIQUEISMO PERONISTA
Los kirchneristas acusan a los críticos del gobierno de no advertir lo positivo de este proceso político. Ubican a cualquier crítica como una suerte de “negativismo de la izquierda”, que terminaría “haciéndole el juego a la derecha”.
Este maniqueísmo fue ampliamente usado en los años ’70 en particular por el peronismo, poniendo rótulo de “gorila” a todo aquel que quisiera presentar una crítica al gobierno o corriente a la que pertenecieran.
La estrategia, elaborada por las cabezas del movimiento, preveía la acusación de “hacer el juego a la derecha” a toda persona o movimiento que pusiera una crítica imposible de sortear argumentalmente.
En efecto, la acusación de “hacer el juego a la derecha” posee una amplitud tal que deja afuera cualquier tipo de descrédito dando al gobierno un marco de impunidad y apoyo incondicional de sus seguidores que temerán ante el menor intento de crítica quedar dentro de las categorías antes descriptas.
Aggiornado a la era kirchnerista, a estos antiguos atributos se suma ahora el de “ser un enviado de Clarín” o “de la sociedad rural”. Todas categorías que invalidan la discusión dejando afuera al interlocutor y evitando la disputa argumental.
Los que no apoyamos este gobierno podemos contra-imputar que el problema no es festejar lo positivo, que de hecho hacemos, sino el costo del apoyo por esas “bondades”, en el sentido de que los kirchneristas han claudicado muchos principios que antiguamente tenían, brindando un soporte incondicional al gobierno y haciendo la vista gorda incluso a las políticas más represoras y entreguistas a nivel de reivindicaciones obreras.
HACIA UN NUEVO “MACARTISMO PROGRE”
Resulta curioso ver cómo un gobierno que trae consigo las banderas de la democracia y el respeto a las diferencias, promulgue una actitud cada vez más crítica y persecutoria hacia las tendencias socialistas más radicalizadas. Visto que las críticas más sólidas y argumentadas provienen de tales corrientes, es notorio ver cómo el kirchnerismo promueve una posición cada vez más prejuiciosa hacia el comunismo, al que ahora ubican como una posición retórica, romántica-setentista, y no como un posicionamiento concreto en lo político-económico. Estos “románticos setentistas” caen dentro de la prejuiciosa categoría kirchnerista de los “dinosaurios utópicos” descontextualizados con los tiempos actuales del reformismo y que por supuesto terminan siendo “gorilas que hacen el juego a la derecha”.
EL OSCURO ASCENSO DE NÉSTOR KIRCHNER, HOMBRE DEL MENEMISMO Y EL DUHALDISMO, Y EL “RESURGIR” DE LA MILITANCIA DE LOS JÓVENES
Descubrir ahora que la juventud “vuelve a la política”, es desconocer que en realidad, nunca se había ido de ella. El asesinato de Mariano Ferreyra es una prueba de siniestra actualidad que la juventud y la política seguían su alianza histórica. Darío y Maxi, y tantos otros, ya lo habían demostrado antes de la era K.
Una juventud que ya participaba en las marchas federales en contra del gobierno de Menem, en las Universidades, y luchando contra un modelo del cual Kirchner fue activo cómplice por ejemplo en la privatización de Repsol-YPF. Una militancia que vino gestándose desde mucho antes de aquel período, cuya expresión visible más reciente fueron las asambleas barriales y revueltas durante el llamado “Argentinazo”, un proceso que Duhalde vino a enmarañar en el año 2002 para imponer luego a Néstor Kirchner con una agenda de cooptación del movimiento piquetero y consignas populistas destinadas a acallar el grado de conflictividad. Kirchner, hombre del menemismo, sube con el aparato Duhaldista que cargaba con el reciente asesinato de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Producto del duhaldismo, es embanderado ahora con aires de militancia que deberían de merecer los mártires del 2002 o los de su gobierno, Carlos Fuentealba, Luciano Arruga, Mariano Ferreyra, entre tantos otros.
LA EMOTIVIDAD POPULISTA Y LA POBREZA DEL “CUADRO” KIRCHNERISTA
“Tienes razón en lo que dices, pero no me quites la emoción de haber sentido por primera vez que estoy junto al pueblo en un proyecto justo”.
Al lado del supuesto “crecimiento de la militancia” (mérito que debería adjudicarse al proceso de revuelta abierto desde los años ’90 en resistencia a la política neoliberal del menemismo y no, como erróneamente se hace, a la resolución fallida del llamado “Argentinazo”, es decir al kirchnerismo), presenciamos paradójicamente una creciente pobreza de formación de los “cuadros” kirchneristas, cada vez más extasiados con el “sentir popular” y a la vez más alejados de lecturas económicas y políticas que den cuenta del proceso en curso.
En el medio de tanto sentimentalismo han debido renunciar y ocultar hechos, lecturas, una realidad al fin que interfiere con esta especie de éxtasis populista.
Nutridos de burdos programas televisivos del estilo “6, 7, 8”, “Televisión registrada” “Duro de domar”, y la sorpresiva revelación filosófica de José Pablo Feinmann, perciben una realidad cada vez más pobre y sesgada, mientras descartan sustanciosas fuentes de información de la realidad socio-económica de nuestro país. El precio de salvaguardar el sentimentalismo popular.
EL LLAMADO A LA MILITANCIA “SENSIBLE”: HERENCIA PERONISTA
Una crítica común de los kirchneristas es aquella según la cual los opositores seríamos insensibles ante este sentimiento popular. Como si el manejo de las masas y la opinión pública no obedeciera a otros patrones (manejo de los planes sociales, control de los medios masivos, frentes culturales, cooptación de artistas e intelectuales, etc.) ubican a la sensibilidad ante la opinión pública como la brújula de la corrección política (olvidando que regímenes tales como el fascista en Italia o el nacional-socialismo en Alemania contaron con mayor cantidad y más fervientes seguidores que el gobierno actual).
Los kirchneristas esperan que la emotividad ajena contagie a quienes nos posicionamos políticamente a partir de un análisis económico-social, político e ideológico.
Reducir el encuadre político a la “sensibilidad” fue otra depreciación del concepto de la nueva “militancia”. Si en otras épocas el militante se formaba con la impregnación de teorías políticas que hacían a su inclusión en determinados partidos o corrientes políticas, ahora los kirchneristas hacen un llamado a la militancia “sensible”.
Sin duda alguna, este juego de identificaciones generado desde los medios y siempre abierto desde la amplitud de lo que se entiende como “peronismo”, trae lo que todo sentimiento de pertenencia: la soberbia del “sentir peronista” y la aversión al otro que amenaza la propia identidad.
En la actualidad, es doloroso ver reeditada esa soberbia peronista en personas con las que en otros tiempos he compartido las calles.
Para explicitar mejor de qué se trata este “sentir popular” basta pensar que los militantes setentistas que no apoyaron la vuelta de Perón en el ’73 debieron sufrir ensañadamente estas acusaciones. A pesar del designio macabro de la vuelta de Perón desenmascarado por Santucho en una publicación próxima a la asunción de Cámpora (estamos hablando del llamado “gran acuerdo nacional” para frenar la organización del movimiento obrero que venía en auge y la conformación, propiciada por el mismo Perón, de la Triple A para asesinar a los militantes más sobresalientes y generar una sentimiento de terror generalizado) los peronistas acusaban a los detractores de la vuelta de Perón de “gorilas” que no sabían comprender el “sentimiento popular”.
Los peronistas (incluidos los nuevos militantes k) jamás hicieron una autocrítica de este error de percepción y un reconocimiento al acierto de las otras corrientes acerca de lo que habían anticipado con la vuelta de su líder. Por el contrario, generaron todo tipo de teorías disparatadas para intentar infantilmente justificar las maniobras fascistas de su máximo dirigente: la más conocida es la llamada “teoría del cerco” (donde Perón, como si de un lesionado cerebral se tratara, no habría estado al tanto de lo que acontecía). La teoría más burda de todas y que ofendía la inteligencia del resto de los militantes, aseguraba que José López Rega lo había “embrujado”, por lo que el viejo Juan Domingo se comportaba de una manera inesperada.
Otro ejemplo de falta de comprensión del “sentir popular” fue la devoción al tío “camporita”. El bonachón “camporita” había habilitado a los militares chilenos las pistas del aeropuerto de Mendoza para que despegaran los aviones que fueron a bombardear el Palacio de la Moneda en Chile para derrocar al gobierno de Allende. El plan de exterminio a escala continental ya estaba en marcha, y el tío colaboraba con el imperio, por mal que les pese a sus partidarios.
Los detractores eran entonces “intelectuales de café que no sabían comprender el sentir popular del movimiento”. Un sentir popular que derivó en la expulsión de los Montoneros de Plaza de Mayo y el posterior exterminio dirigido inicialmente por el propio Perón a los hijos adoradores de su figura.
LA “PROGRESÍA” SE INSCRIBE EN EL PERONISMO
El peronismo no es hoy en día una ideología, sino por sobre todas las cosas un movimiento de identificaciones. Un sentido de identidad que perdió hace mucho su correlato en postulados político-económicos que justifiquen esta malograda identificación.
Los “peronistas”, basados en vagos conceptos de “justicia social”, congregaron en su seno a figuras de la ultraderecha como López Rega, Antonio Cafiero y ahora Mauricio Macri, y presenciamos ahora un curioso agregado – la clase media progresista (que en otros momentos albergaba sectores afín a la izquierda) – a este “colectivo” justicialista donde esta “progresía” parece haber encontrado el complemento de identificación necesario para sentirse en plenitud con el esnobismo y el repugnante sentido de integración y asistencialismo de las clases populares. Las ambigüedades relativas a los “derechos humanos” y las imprecisiones sobre la “distribución de las riquezas”, no parecen importar demasiado al lumpenaje progre que visita las villas a cambio de sueldos que le permitirán cumplir con la moda de extasiarse viajando al altiplano para conocer llamativas culturas y burgueses-hippies cosmopolitas.
EL “SENTIR” PROGRE SE HUNDE EN SUS CONTRADICCIONES
Quienes se emocionan con una “herencia peronista” familiar, quienes se emocionan con una indeterminada identificación con el “sentimiento popular”, o quienes simplemente se acercan al kirchnerismo por una afinidad de relaciones sociales con un grupo de amigos, pareja o lo que fuere, todas formas borrosas de adhesión a un proyecto político, cargarán con la responsabilidad de haber apoyado un gobierno que en un análisis económico irrefutable acentuó la brecha entre ricos y pobres.
Una gran sensiblería recorre las capas medias. Una emoción que ya había salido a luz con la llegada de la Alianza y la simpática Sra. Meijide al gobierno argentino. Una progresía que posteriormente renovó sus aires optimistas con el arribo de un mestizo al gobierno de los EE.UU. que traía un programa de invasión a Afganistán y un apoyo incondicional al sionismo. Un sentimentalismo poco comprensible para los palestinos que recibían misiles en sus casas.
Al igual que Kirchner tocándole la rodilla a Bush, Cristina abría la jornada tocando la campana en Wall Street y continuaba con la política de “estatización” de empresas, como se había hecho con Marsans, que no era más que un rescate de empresas privadas en quiebra. El 26 de diciembre pasado, el periódico Tiempo Argentino, como si la noticia no significara una muestra de sumisión al imperio, festejaba el visto bueno de Washington sobre el nombramiento de la ministra Garré que traía consigo la nominación de un militar ex carapintada del staff de capitanes de Aldo Rico.
La línea de rescate capitalista se pone en evidencia en la política de los tercerizados, donde el gobierno hace uso de las patotas sindicales contra posibles desbordes de los reclamos obreros y el sindicalismo de izquierda. Una forma de contratos basura que se pone de manifiesto también para los “trabajos comunitarios” al que concurren alegremente los jóvenes k.
Por desgracia, hoy en día el “sentir progre” implica una forma de inclusión en ciertos círculos pseudo-artísticos-alternativos.
Al resultar irreconciliable con su postura volátil y su esnobismo asistencialista, comparten con la derecha posiciones críticas hacia los partidos o movimientos de izquierda que desenmascaran las políticas entreguistas del gobierno hacia los grandes capitales. En concreto evitan poner sobre el tapete quiénes han sido los principales beneficiarios del repunte financiero de los últimos años en nuestro país (no ciertamente las clases populares). Tampoco hablan de las ganancias acumuladas por los exportadores, los financistas, los industriales y los pulpos mineros (éstos últimos los preferidos aliados del matrimonio presidencial).
El sólo poner sobre el tapete las cifras gananciales de esta oligarquía empresarial tiraría de una sola vez los argumentos a favor de la “distribución de las riquezas”.
Se habla de la Ley de Medios Audiovisuales para democratizar las nuevas tecnologías de la información y evitar la monopolización de la comunicación pero se omite que el gobierno permitió que Telecom Italia pasará a tener el 58% de las acciones de Telecom Argentina, lo cual es visto por muchos analistas como una incipiente monopolización de las telecomunicaciones en nuestro país.
Asimismo, al hablar de los derechos humanos, evitan hablar de la cantidad real de represores condenados. Una cifra ridícula (sólo 68 condenados – cifras oficiales) que devela la demagogia de la medida, dada la lista de 3500 represores identificados hace 25 años por la CONADEP, sin contar la enorme lista que se fue agregando en años posteriores y que incluye otro elenco interminable de varios miles de colaboradores civiles. Resumiendo, sabemos que menos del 2% de esos 3500 represores denunciados hace 25 años sufre hoy en día condena y menos del 1% lo hace en cárcel común. Porcentajes ocultos para los jóvenes k.
Como si los militares ochentones fueran a irse de viaje de mochileros por el mundo, se les concedió a la mayor parte arresto domiciliario, no cambiando sustancialmente sus hábitos de vida previos a la condena.
ACERCA DE LA IZQUIERDA Y EL CONFLICTO CON EL CAMPO
Sin achacarle culpas, ciertamente la izquierda argentina no pudo captar a este sector progresista que antes tenía posiciones afines. El conflicto con el campo fue clave a la hora de que esta “progresía” de la que venimos hablando tomara posiciones.
Aquellos sectores de la izquierda que por una particular lectura del conflicto decidieron incluirse en la protesta de la oligarquía campestre con la intención de beneficiar también a los pequeños y medianos productores, pagaron y pagarán políticamente este apoyo con un estigma difícil de sacar.
Los que no se incluyeron activamente en el conflicto, pagaron el precio de ser agraviados dentro de la “izquierda intelectual que no se involucra en los conflictos”, cuando debieron haber aprovechado la coyuntura conflictiva para apostar decididamente por una vía resolutiva integral del problema del campo (no ligada a las retenciones sino al problema general de la explotación de tierras y cultivos) y el consecuente apoyo político a las consignas levantadas por los sectores campesinos no ubicados dentro de la falsa dicotomía “gobierno-campo” (por ej. el Movimiento Campesino de Córdoba, el MOCAFOR, sectores del MOCASE no alineados con el gobierno y los movimientos nucleados dentro de la llamada Vía Campesina) que no apoyaban ni al oficialismo ni a la burocracia especulativa de la Federación Agraria encabezada por las lamentables figuras de Alfredo De Angelis y Eduardo Buzzi.
Esta falsa dicotomía gobierno-campo (sostenida también por la izquierda de la Federación Agraria) dejó el pasto hachado para la demagogia del gobierno, que aprovechó para camuflar las políticas retentivas, destinadas a “hacer caja” para el pago de la deuda externa (como incluso aceptaron figuras ligadas al Gobierno), como medidas “populares y distributivas” destinadas entre otras cosas a la “creación de escuelas”.
Planteado en éstos términos, la batalla ideológica quedó balanceada a favor de la argucia del Gobierno agrupando todo el sector progresista que fue incapaz de hacer una lectura más profunda del conflicto.
LAS CONSECUENCIAS DE SER KIRCHNERISTA – HACIENDO FUTURISMO
Duros momentos de definición se avecinan para el militante K que se pregona defensor de los intereses populares y los derechos humanos. Si hasta estos momentos han logrado acomodarse en discursos “etapistas” de “dirección hacia el cambio” y “rescate de lo positivo” o del “mal menor”, los acontecimientos venideros serán para los kirchneristas un acorralamiento sin escapatorias a definiciones donde deberán sin lugar a ambigüedades definirse entre en el campo de la burguesía explotadora o de los derechos obreros, entre la justificación de la represión o la reivindicación de la protesta, entre las patotas sindicales afines al gobierno o la construcción de bases organizativas del poder popular.
Si hasta ahora “ser k” resultaba una chapa simpática gratuita, sin costo político ni definición alguna, el devenir exigirá tiempos de disquisición, donde no habrá mayores escapes de indefinición para el “militante” K que, a su pesar, deberá olvidarse de los sentimentalismos populistas y comenzar a jugar de verdad en política. Porque la maraña de prebendas clientelistas está fraguando, a pesar del probable éxito del oficialismo en las próximas elecciones, y nuevos aires están oxigenando las capas del movimiento obrero, ya harto de discursos y pocos cambios.
Si hasta el momento el ser kirchnerista resultaba ser la veta más “socializante” en ciertos círculos, serán estos híbridos k quienes se pondrán más en aprieto que cualquier otro, justamente por mantener posiciones etéreas.
Ya pasan hoy un momento de incomodidad. El asesinato de Mariano Ferreyra, las fotos presidenciales con la patota de Pedraza y la campaña de Cristina de criminalización del Partido Obrero, dificulta a los kirchneristas escabullirse bajo los argumentos que se podrían caracterizar como una reedición de la “teoría del cerco” de los ’70, visto que no se trata sólo del “entorno” de Cristina, sino de ella misma. Porque no se trata de “desviaciones particulares” (como Boudou o Moyano) como intentarán presentar los seguidores k, sino de una política del gobierno central.
El giro a la derecha se hace aún más marcado en éste segundo gobierno k y la propaganda oficialista empezará a hacer agua frente a las políticas económicas de inflación, reducción del salario y consiguiente aumento de la pobreza. Las causas impuestas por la propaganda oficialista que consisten en la culpabilización del empresariado por la inflación (aumento de precios lanzado en realidad desde el mismo gobierno para burlar el aumento salarial), decaerán ante la evidencia más abrumadora. Y si algo no envidiaremos los opositores de izquierda, será la difícil situación en la que se verán envueltos estos militantes sui generis que deberán, a su pesar, definirse partidarios de la política patoteril de la burocracia sindical o de la policía represora del gobierno (haciendo ellos sí el “juego a la derecha”), o definirse decididamente con la oposición de las bases, lo que implicará el costo de alejarse del gobierno y eventualmente perder alguna beca en “proyectos comunitarios”.
Días antes del crimen de Mariano, Cristina había sido fotografiada con la patota de Pedraza y días después desató ella misma una campaña pública de criminalización del Partido Obrero, instando a su persecución judicial y difamación mediática. La progresía kirchnerista hizo oídos sordos y decidió hacer de cuenta que nada había pasado.
Llegarán momentos de definición donde las exigencias de las bases superarán las perspectivas de estos militantes kirchneristas que no tienen por qué militar porque el gobierno es el “máximo que la sociedad tolera”. De esta manera los seguidores k quedarán al margen de las reivindicaciones, proponiendo salidas regresivas para no contrariar al gobierno.
Gran complicidad con los opresores les espera al ingenuo y al oportunista militante k.
Querido kirchnerista, no eres simplemente un ilusionado con la realidad actual, un optimista que visualiza cambios por venir. Mucho has renunciado bajo el argumento de “no hacer el juego a la derecha”.
Hay varias cuestiones por las que cargarás moralmente por apoyar este gobierno “nac & pop” y claudicar traicionando los derechos más básicos que te vanaglorias defender:
* Embanderado en los Derechos Humanos, no te vi marchando ante el asesinato de Mariano Ferreyra, un militante obrero de 23 años asesinado brutalmente
* Dejé de verte exigir la aparición con vida de Jorge Julio López
* No te vi protestar por la cobarde entrega del gobierno argentino de seis dirigentes campesinos al gobierno paraguayo donde permanecen detenidos sufriendo todo tipo de violaciones a los derechos humanos.
* No te vi protestar por la detención de Roberto Martino, que denunció los crímenes de Israel contra el pueblo palestino y continúa detenido.
* No te vi protestar por la represión dirigida por la Policía Federal de Aníbal Fernández en Villa Soldati
* No te escuché decir nada sobre los 1300 casos de muertes documentadas causadas por represión, gatillo fácil y tortura durante el gobierno kirchnerista. Un cifra ampliamente mayor que la del último gobierno de Menem.
* Fiel a los intereses obreros que pretendes defender, no te vi desenmascarar a la burocracia sindical entregadora y sus colaboradores en el gobierno, sino por el contrario ocultarla
* No te vi denunciar como en otros tiempos el fraudulento pago de una deuda externa ilegítima e ilegal. Un pago que nos coloca eso solo como colonia tercermundista aceptando y pagando cifras dibujadas por el Club de París a costa del hambre de nuestro pueblo.
* No te vi protestar por el asesinato de Roberto López, miembro de los qom, ni protestar por la usurpación de las tierras a los pueblos originarios.
* No te vi protestar por la entrega de la minería a capitales extranjeros ni por las escandalosas fotos amorosas de la presidenta con los directivos de la Barrick Gold.
* No te vi protestar por el veto presidencial del 82% móvil, un derecho que en otros tiempos habrías defendido. Tampoco te vi protestar por el vaciamiento del ANSES (fondos usados para solventar la campaña y las prebendas electorales) que dejará sin fondos de jubilación a miles de personas.
* No te vi protestar por el pedido de “asistencia técnica” al FMI que hizo el ministro Boudou como hizo Cavallo y Roque Fernández en los ’90.
* No te vi protestar por la manipulación de los índices del INDEC y la mentira oficial sobre las subas inflacionarias y los aumentos salariales.
Kirchneristas, lo digo con mucho dolor, en el pasado reciente hemos compartido opiniones y posiciones con muchos de Uds. (con muchos otros nunca), pero de aquí en adelante tomamos caminos divergentes.
*Texto publicado hace cuatro años en este espacio