por Abel Bohoslavsky
El blog De Igual a Igual retomó un debate político que durante 2015 transcurrió acerca de la importante coyuntura electoral, el pobre desempeñó de las izquierdas en ese terreno – que contrastó con un creciente despliegue en las luchas reivindicativas de la clase trabajadora – y el papel del Frente de Izquierda y los Trabajadores. Vaya este nuevo aporte.
* El FIT es un frente electoral, porque los partidos que lo crearon lo decidieron así. Tiene una plataforma política adecuada para la intervención política en ese terreno, porque parte de concepciones socialistas, aún cuando no sea en sí misma un programa de Revolución Socialista. Su creación fue una decisión acertada ante las cláusulas proscriptivas del sistema institucional vigente, sistema que tiene el “consenso” de la mayoría del pueblo que, aunque desarrolla múltiples formas de lucha contra los sucesivos gobiernos desde la restauración constitucional de 1983, no adhiere masivamente a propuestas políticas alternativas al capitalista sistema.
* Los partidos del FIT no conciben otro tipo de frentes políticos en la práctica, aunque en sus enunciados siempre los invocan. Es decir, no conciben un frente político en una perspectiva estratégica por fuera del terreno electoral. Desde el nacimiento del morenismo en los años 50 (origen político de lo que hoy son el PTS y la IS) y de Política Obrera en 1965 (hoy Partido Obrero), nunca integraron ni promovieron un frente político estratégico. El antiguo PST (1972-76) integró un frente con otras agrupaciones para las elecciones de 1973, frente que estaba bajo su total hegemonía. Su continuador, el MAS, participó en dos frentes electorales en 1987 (FREPU) y 1989 (Izquierda Unida) con el PC y otras agrupaciones menores circunstancialmente aliadas al PC. El PO nunca hizo un frente electoral hasta la creación del FIT. Ni siquiera se unieron en 2003 en la salida electoral tras la Rebelión 2001/02, cuando las posibilidades de un frente de izquierdas eran mejores.
* El FIT se ha mantenido desde su creación, porque su desintegración significaría la pérdida de la legalidad electoral de c/uno de sus integrantes. Marginados de la legalidad electoral, el único anclaje de estos grupos sería su inserción sindical, en movimientos de desocupados o en movimientos estudiantiles. Esa inserción, la mantienen con altibajos. Contradictoriamente a su apego a la legalidad electoral, los grupos del FIT no admiten unirse en ese terreno, con grupos que no tengan un planteo socialista. También contradictoriamente con su enunciado socialista y su prédica anticapitalista, los partidos del FIT no hacen eje en su propaganda y activismo en planteos de una sociedad socialista (salvo en debates ocasionales, sobre todo en ámbitos reducidos de izquierda). Sí expresan, en ese terreno, una opción por un gobierno de los trabajadores.
* A pesar de estos señalamientos críticos, el FIT ha logrado forjar a nivel electoral y en el imaginario popular, la idea de una opción de izquierda socialista. En un panorama político nacional, dominado por el populismo y el liberalismo, esta presencia institucional es un rasgo positivo. En este terreno, el FIT logró – a pesar de su reducido caudal electoral – lo que nunca antes otras fuerzas de izquierda pudieron. Este es un mérito, que otras corrientes que se presentan como “de izquierda” son renuentes a admitir. Peor aún, desprendimientos del progrepopulismo intentaron disputarle caudal electoral, creando otras opciones que sin tener una definición socialista, fragmentan aún más al reducido electorado de izquierda (AyL, Patria Grande, PTP, Unión Popular, etc.). Por el contrario, en 2015, un conglomerado de agrupaciones definidas como antimperialistas/ anticapitalistas conformadas como Pueblo en Marcha, intentaron infructuosamente ser parte del FIT en el terreno electoral. El PTS se opuso. También el FIT rechazó la propuesta de sumarse al frente electoral de la Juventud Guevarista/Unión del Pueblo (que ya había actuado en el terreno electoral en 2013). Solo se admitió el ingreso al FIT del PSTU (otro desprendimiento del original morenismo). El PO y la IS solo admitieron incorporar a sus listas en la interna abierta, a algunos de los miembros de Pueblo en Marcha como candidatos, en general, en puestos que no tenían expectativas.
* “Discutir” el FIT con sus militantes en charlas o reuniones, o en debates escritos puede ser un ejercicio esclarecedor, o no, según las circunstancias. Pero lo que se debe tener en claro que las direcciones de los partidos del FIT no van a modificar sus concepciones y su práctica. Por lo tanto, para las corrientes socialistas revolucionarias, el debate debe ser otro: Uno, cómo construir una fuerza política propia con ese sentido ideológico y político. Dos, cómo promover, desde esa perspectiva, formas políticas y sindicales frentistas que no sean estructuras partidistas. Los dos puntos son de difícil resolución, pero el primero predomina sobre el segundo. El dilema del primer punto es que existe una renuencia a conformar una organización revolucionaria con características necesarias de partido político, porque la pesada carga de las frustraciones anteriores no ha sido superada. Quienes concebimos a la revolución necesaria como antimperialista y socialista y como sujeto principal a la clase obrera, tenemos pendiente este principal objetivo que, desde esta perspectiva, es una herramienta estratégica. Además de las renuencias señaladas por anteriores frustraciones históricas, también se impone como obstáculo subjetivo, la existencia de partidos como los del FIT que, con sus prácticas sectarias (independientemente de su “tamaño” o de sus influencias electorales) y su metodología verticalista (imposición de su “línea” a toda costa, descalificación encubierta como “lucha ideológica”), generan una cultura “anti-partido”. Es más: muchos de los numerosos destacamentos con estas intenciones revolucionarias, incurren frecuentemente en lo que critican a los integrantes del FIT.
* Recientemente Izquierda Revolucionaria (IR) realizó una propuesta acerca de una Corriente de Izquierda por el Poder Popular. Es una iniciativa correcta, tanto por los fundamentos que la motivan – la escasa influencia política de la izquierda en la sociedad y particularmente en el movimiento obrero – como por la intención de superar esta situación con una confluencia de agrupaciones y militantes que tenemos un expreso objetivo socialista y revolucionario: “Nos referimos a una herramienta unitaria en la que puedan confluir organizaciones, núcleos y grupos políticos, que sin perder sus respectivas identidades y organicidades, puedan llevar adelante una intervención política común en un plano más amplio de masas”. Conceptualmente, se trata de construir un Frente Político cuya plataforma programática está resumida en “anticapitalismo, antiimperialismo, antipatriarcado, por el socialismo”, lo que es un acertado punto de partida. El primer dilema a resolver si esta Corriente propiciada por una o varias agrupaciones, y tendrá como base inicial un acuerdo entre las mismas, va a ser considerada solo como ese acuerdo inter-agrupaciones o se construirá con la perspectiva de ser absolutamente abierta hacia el activismo – identificado con los objetivos programáticos – no enrolado que, digámoslo, es más numeroso que todos los componentes organizados. En general, ese activismo suele cuestionar a nuestras agrupaciones, no por los enunciados sino por las metodologías.
IR, que no integró el FIT pero hizo campaña electoral en su favor, plantea que “consideramos que, en principio, ese desarrollo no puede darse de forma antagónica con el FIT, sino que deberá trabajar por construir y consolidar un espacio propio en el territorio político que hoy encabeza el Frente de Izquierda”. Este es uno de los puntos a resolver. Es correcto que esta Corriente no debe desarrollarse en forma antagónica al FIT y sus componentes. Pero de hecho para construirse, deberá hacerlo al margen del FIT y teniendo en claro que las luchas ideológicas y políticas por venir, son contra el capitalismo. El debate central no puede ser contra otras corrientes de izquierda (FIT u otras), sino para atraer hacia esta Corriente al activismo sindical y social.
* No es la única iniciativa en este sentido. Por un lado, el frente de agrupaciones Pueblo en Marcha – Frente Popular Darío Santillán, Democracia Socialista, el Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social, la Corriente Surcos, El Avispero/Bartolina Sisa y la Emergente – que se conformó para intervenir en la lucha electoral dentro del FIT, plantea simultáneamente un amplio frente antimperialista, anticapitalista, antipatriarcal para actuar dentro del sistema institucional, pero en otras formas de lucha extraparlamentarias, como de hecho lo vienen haciendo sus integrantes en los terrenos sindicales y sociales. Su objetivo “abrir un surco nuevo en el movimiento obrero y popular, construyendo un frente político anticapitalista amplio, independiente. La izquierda anticapitalista tiene el desafío de mostrar que es posible transformarse en una fuerza política real, anclada en las tradiciones y la vida de las clases populares, que puede incorporar a la militancia social, a las y los luchadores sindicales combativos, a los y las activistas antipatriarcales, a las y los miles de militantes populares independientes y albergar en su interior a los diversos matices y divergencias que se presentan y actúan en las luchas contra toda forma de explotación y de opresión”.
* Paralelamente, en 2015, se conformó el Frente de Unidad Guevarista a partir de la Juventud Guevarista, Movimiento de Izquierda Revolucionaria-Patagonia , Propuesta Tatú y CPS 29 de Mayo que, desde otros ámbitos, también ha incursionado varias veces en el terreno electoral por medio de la Unión del Pueblo. Su planteo al FIT en ese momento, que nos parece acertado, fue: “Entendemos que el desarrollo del FIT ha aportado al esclarecimiento político de amplios sectores del pueblo, ya que favoreció a la delimitación de los campos de la izquierda frentista y del frente popular. Con la última de estas estrategias nos separa una diferencia profunda tanto en el papel que le otorga a los sectores reformistas y socialcristianos como fundamentalmente en la confianza que continúan depositando en sectores de la burguesía nacional. Por su parte con el Frente de Izquierda, más allá de las diferencias que anotamos más adelante, nos une un principio básico y fundamental: el rol central y dirigente que le asignamos a la clase obrera en la transformación política y social”. La respuesta del FIT fue negativa y la UP incursionó en forma aislada en algunos distritos. El FUG no es un frente electoral, sino un frente de contenido antimperialista y socialista que, además de conformarse como tal, postula la creación de un frente de liberación nacional y social.
* Este resumen – sin duda incompleto porque existen más destacamentos dispersos con inspiraciones similares – intenta poner en evidencia que existe una multiplicidad de destacamentos con planteos revolucionarios similares, con iniciativas unificadoras (por el momento limitadas) y que su dispersión impide dar el primer paso necesario – diría impostergable ya – para conformar un frente político revolucionario que pueda aglutinar una importante masa crítica militante capaz de desarrollar una presencia política nacional, partiendo de sus respectivas inserciones, de sus trabajos en los frentes de masas, de presentar una plataforma común y una sistemática propaganda unificada, que permita al pueblo identificar una sola fuerza. Un frente político de tal naturaleza no dejará de ser un frente, pero ante los ojos y oídos del pueblo se puede presentar como una fuerza política. Si todos coinciden en que una de las principales debilidades es precisamente la limitada influencia de las ideas y las políticas revolucionarias y todos enuncian la necesidad de la unidad, es el momento de conformar esa fuerza.
* A partir de allí, esa fuerza política puede promover desde sus trabajos militantes, esa instancia de construir un frente de masas en que los organismos de base sean los que le den vida, siempre y cuando, esa militancia ya organizada, se despoje del verticalismo y el tribalismo y pueda enderezar las luchas ideológicas y políticas – además de las reivindicativas – contra la burguesía y su sistema de dominación. Entonces, después vendrán y se debatirán las formas y la conveniencia de intervenir unitariamente, con el FIT y otras fuerzas, en las luchas parlamentarias. La presencia de un gobierno de derecha de origen electoral y de virulento contenido antiobrero y antipopular, y la gestación de una oposición populista que intentará enancarse en los reclamos populares, reproduciría el ciclo pendular de la política argentina que ha llevado a los movimientos obreros y populares a la derrota política y las graves consecuencias económico-sociales que afrontamos. Por eso y muchas razones más, urge la conformación de un frente político antimperialista y socialista.