Dos cartas con visiones distintas de lo que está ocurriendo (y mañana pasará) en Cataluña. La primera de ellas, de Roberto Doar, es de un argentino residente en Cataluña desde hace tiempo. La segunda, de de Marta Parral, una catalana que vive en su tierra.
Sobre el referéndum en Catalunya
por Roberto Doar
Seguramente para muchos catalanes, la Independencia de Catalunya, resulta una propuesta atractiva. Es que el nacionalismo españolista ha producido con sus políticas, muchos independentistas, con la colaboración necesaria de la derecha nacionalista catalana (que ha encontrado en esto de la independencia una rama para tapar sus políticas -corruptas com’il faut en uno o unos partidos burgueses-). Lo que resulta lamentable es la posición de algunas izquierdas, en particular la rama trotskista de Podemos (Izquierda anticapitalista –ma non troppo-). Estoy de acuerdo con el derecho democrático de autodeterminación, en un contexto democrático (podría ser el de una república federal, solidaria, laica y anticapitalista), pero no se da el caso ahora, ni este referendo que plantean ahora, aporta nada a una salida democrática. En fin, pienso que los «muchachos de antes» teníamos y seguimos teniendo claro el alcance de las distintas variables de populismos, dentro de los cuales, a mi juicio, el más negativo es el que se autodenomina de izquierda. Es lo que más jode a la consolidación, aquí, allá y acullá, de una alternativa verdaderamente de izquierda transformadora (me gusta más en este momento este último término, que decir «revolucionaria»).
Redondeo con otra observación: tenemos claro que el capitalismo es inviable e irreformable, no hay capitalismos buenos, llamarle neoliberalismo o pos o desarrollismo, resultan en la mayoría de los casos términos encubridores, hacer pensar que son anomalías del capitalismo. Sabemos de eso, ¿no? La única salida es la construcción del socialismo. La joda es que no sabemos cómo. Solo conocemos los errores. Y no es poco. Pero tenemos una convicción: no hay otra que intentar hacerlo. Como decía al terminar, Américo Barrios (Un argentino que siente y sabe decir lo que siente): ¿No le parece?
Dicho esto. Que Messi siga metiendo muchos más goles pues es el más grande de la historia (lo vi a Pelé cuando fue a jugar en los primeros 60 a Córdoba, en la cancha de Talleres. Lo vi varias veces a Maradona). Creo haberme perdido de ver muy pocos partidos de los que jugó Messi y lo vi algunas veces en directo. Quevachaché.
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Cataluña es un país…
por Marta Parral
Cataluña es un país donde su Parlamento aprueba cobrar un impuesto a los bancos para grandes fortunas y el Tribunal Constitucional lo tumba. Cataluña es un país donde su Parlamento aprueba proteger a los ciudadanos que han sido estafados por hipotecas o preferentes y el TC lo tumba. Cataluña es un país donde su Parlamento aprueba garantizar que las familias pobres tengan luz, agua y gas en los meses de invierno y el TC lo tumba. Cataluña es un país donde su Parlamento aprueba cobrar un impuesto por cada piso vacío y dedicarlo a alquiler social y el TC lo tumba. Cataluña es un país donde su Parlamento aprueba hacer políticas de igualdad entre hombres y mujeres y el TC lo tumba. Cataluña es un país donde su Parlamento aprueba que el catalán es la lengua vehicular en la escuela y el TC lo tumba. Cataluña es un país donde su Parlamento aprueba cobrar un impuesto a las centrales nucleares y destinar su importe a la protección ambiental y el TC lo tumba. Cataluña es un país donde su Parlamento aprueba prohibir el fracking y el TC lo tumba. Cataluña es un país donde su Parlamento aprueba cobrar una tasa a las operadoras de Internet para dedicarlo a la cultura y el TC lo tumba. Cataluña es un país donde su Parlamento aprueba prohibir las corridas de toros y el TC lo tumba. Este resumen se lee en dos minutos, pero la lista -que podría ser el triple de larga- se ha ido gestando con años. Faltan las becas universitarias, las infraestructuras ferroviarias, las matrículas a los coches, los horarios comerciales, y un centenar de competencias más en las que se le ha dejado claro que, por más mayorías que haya en el Parlamento, a la hora de la verdad quedarán en papel mojado porque la última palabra la tiene siempre Madrid. Después de 38 años de Constitución y de inicio de la presunta descentralización el legado jurídico nos deja bien claro el modus operandi: se traspasa la competencia a la Comunidad Autónoma, se ejerce, pero si la ley no gusta a la administración estatal, una de dos: o el Tribunal Constitucional la tumba o se redacta una ley española que, tal como dice la Constitución, tiene un rango superior a la autonómica que, en la práctica, queda anulada. Y cuando te preguntas si vale la pena continuar con un estado así, resulta que preguntártelo también está prohibido. Como también está prohibido -y con riesgo de prisión- permitir hacer un debate en el Parlamento sobre cómo podría ser un estado que no prohibiera tanto. Esto también está prohibido. Y así, de prohibición en prohibición, cada vez hay más personas que en lugar de hacerse la pregunta prohibida empiezan a tener ya la respuesta. Sin que nadie se lo haya preguntado porque está prohibido. ¿Y cuando después de una pregunta prohibida tienes una respuesta convencida? Entonces ya no hay tribunal que lo tumbe.