«Echó la capa al hombro, caló el chapeu, requirió la espada… Fuese y no hubo nada»
por Guillermo Almeyra
Estados Unidos, Inglaterra y Francia atacaron a Siria en una operación mediática destinada a sus propios países y demostraron debilidad extrema. Rusia no tuvo problemas en la ONU para demostrar que los atacantes violaron abiertamente la legalidad internacional y ahora aparece como la defensora de la paz y del sistema internacional mientras refuerza su base naval en el norte sirio y también su base aérea en Latakia.
Todos los especialistas militares franceses e ingleses dicen que los sirios y Moscú sabían desde hace más de una semana, por las vociferaciones de Trump, que habría un ataque y, por lo tanto, si el gobierno sirio tiene armas químicas tuvo más que tiempo para sacarlas de los blancos que fueron bombardeados. La ministra de Ejército francesa declaró –y la TV oficial francesa retoma sus palabras– que avisaron a los rusos qué y cuándo iban a bombardear para que no hubieran víctimas de esa nacionalidad. Por supuesto, Moscú informó a su vez a los sirios. Por eso no hubieron pérdidas humanas y Damasco y Ásad aparecen lo más tranquilos. Por eso también Putin no destruyó en el aire con cohetes rusos, como había dicho, los pocos cohetes que mandaban los imperialistas occidentales pour la gallerie.
Después del «¡agárrenme, que lo mato!» de Trump, todo termina en una estúpida y peligrosísima operación mediática que blanquea y hace aparecer como víctima y paladín de la soberanía nacional al asesino Bashar al-Ásad (que, dicho sea de paso, no necesitaba tirar bombas químicas en una zona que sus tropas ya controlaban).
El ataque coincide con la presencia en Siria de inspectores internacionales que verificarán si ese país utiliza o no armas prohibidas, lo cual quita ulterior credibilidad a los imperialistas occidentales, que tienen en su historia la trata de negros, que costó millones de vidas, y el colonialismo en África y Asia que costó decenas de millones (sólo la guerra del opio en China con sus secuelas sociales y la lucha de Francia contra la independencia argelina costaron casi cuarenta millones).
EEUU y sus perros falderos bombardean a quien está ganando la guerra contra el Estado Islámico y, por lo tanto, como aliados del terrorismo que dicen combatir.
El Napoleón III de opereta enfrenta una movilización dura y creciente de obreros, estudiantes, funcionarios, ecologistas, motociclistas, jubilados, habitantes de Mayotte marcada por marchas multitudinarias y enfrentamientos de igual a igual con la policía. Por eso Macron se inclina a la derecha, busca acuerdos con la Iglesia rancia tradicional, refuerza su política antiinmigrantes y se lanza a esta payasada en la que pretende mostrar músculos que no tiene. La May, por su parte, ve crecer el apoyo al partido Laborista y el repudio al Brexit y también necesita un diversivo bélico y la guerra fría, para intentar lo que logró la Thatcher en la guerra de las Malvinas: un apoyo patriótico de los reaccionarios imbéciles. Por último, Trump, cuyo abogado personal está siendo interrogado y que tiene problemas con actrices porno en su propio gabinete y su propio partido, se disfraza de matamoros y blande armas que no quiere ni puede usar.
Pero el mundo sigue al borde del desastre si algún cálculo de estos aprendices de brujo resulta equivocado.