por Miguel Sánchez
Un brote de indignación
Llama poderosamente la atención el repentino ataque de indignación por parte de la militancia kirchnerista. De repente salieron del letargo de conciencia crítica y la realidad les aparece política y socialmente apocalíptica. ¿Se quitaron el velo o es simple oportunismo? Doce años de anteojeras, de anestesia intelectual, desaparecen tras un shock de dignidad súbita. Entonces muestran sorpresa y horror ante un gabinete tecnocrático y empresarial; al que –dicho sea de paso- el kirchnerismo colabora con un ministro, antiguos funcionarios y varios cuadros medios, segundas y terceras líneas en función. ¿Realmente les causa sorpresa? ¿Acaso esperaban algo distinto? Si el Estado bajo este sistema no es más que la junta de negocios de los capitalistas, como bien señalara Carlitos Marx en el Manifiesto Comunista, el nuevo gabinete no es más que un acto de sinceramiento. Solo eso. No hay traición en estos nombramientos. ¿O es que verdaderamente creen los kirchneristas que el gobierno saliente articuló su gestión al servicio de la clase obrera y el pueblo? Lamento decirles que los números indican otra cosa. Que la economía argentina sigue primarizada y en mayoritariamente bajo capitales extranjeros; que los principales beneficiarios de “el modelo” fueron los bancos y el sector financiero en general, el complejo agro industrial y los sectores extractivistas en general. Que la brecha entre ricos y pobres sigue siendo abismal, que la pobreza supera el 25%, que la informalidad laboral no baja del 35%, que solo alcanzan la canasta básica el 30% de los asalariados, que millones de familias no tienen acceso a la vivienda propia, que corporaciones como la Barrick, Monsanto, Cargill y Chevrón tuvieronb en estos años un trato preferencial.
Las huestes kirchneristas reclaman a los gritos “pluralidad”, “respeto a las instituciones”, “no avasallar derechos”. ¡Qué bueno hubiera sido conocer su indignación cuando desaparecía Julio López y Aníbal decía que estaba en casa de su abuelita y Hebe decía que era un infiltrado! No los indignó el envío de patotas para hostigar a los trabajadores del Hospital Francés que peleaban contra el cierre de su fuente de trabajo. No pusieron el grito en el cielo frente a la protección gubernamental a Sobisch, luego del asesinato de Carlos Fuentealba. No se alarmaron frente a la manipulación de la justicia, removiendo procuradores –caso Esteban Righi- jueces y fiscales para agenciarse impunidad. Descubren la autonomía del Banco Central para defender la continuidad de Alejandro Vanoli, los mismos que reclamaban la expulsión por la fuerza pública de Martín Redrado del mismo cargo. Randazzo era un prócer cuando arengaba contra los trabajadores y junto a Aníbal Fernández demonizaban al Pollo Sobrero. Hoy es un traidor por decirle NO a la Jefa. Hubiera sido alentador conocer su repudio cuando Cristina se abrazaba sonriente con Pedraza, el mismo que ordenara la masacre de Barracas que terminaría con la vida de Mariano Ferreyra. Ni se inmutaron al conocer los vínculos de Carlos Tomada y Noemí Rial con Pedraza. Tampoco se indignaron cuando se conoció el pasado de Batallón 601 de Gerardo Martínez, uno de los gremialistas predilectos de la Rosada. No se horrorizaron con el sostenimiento de Milani, ni antes con la sanción de la Ley Antiterrorista y el descubrimiento del espionaje con el Proyecto X. No sacaron a relucir su espíritu antiimperialista y antibuitre a la hora de enfrentar a las multinacionales de Gestamp y Lear. Por el contrario avalaron el accionar entreguista de Pignanelli y el Smata, y la represión de Berni y sus caranchos. Hoy levantan bandera anticorrupción, pero ni se inmutaron con los casos Skanska, Southern Winds, Schoklender, TBA, las valijas de Antonini Wilson, el triple crimen de General Rodríguez, la mafia de los remedios, el Boudou-gate, el caso Hotesur, etc. No les molestó la falta de transparencia de las estadísticas oficiales, y mucho menos que para sostenerlo el patotero de Guillermo Moreno despliegue todo su arsenal facho sobre los trabajadores del Indec. Agitan como fantasma el retorno a los ’90 y el cuco de la Alianza sin inmutarse jamás por estar plagados de menemistas (Scioli, Beder, Alak, Parrilli, Aníbal, etc.) y aliancistas (Conti, Garré, Abal Medina, Feletti, Chino Navarro, etc.) No se sintieron asqueados de compartir el gobierno con personajes como Boudou, Alperovich, Insfran, Fellner, Gioja, Ricardo Jaime, Héctor Capaccioli, Claudio Uberti, Othacehé, Ishi, Aníbal Fernández, Caló, Viviani, Cavallieri, etc.
El kirchnerismo, ese espacio confortable para la conciencia
El genial historiador marxista, Milcíades Peña, decía que “El peronismo es el gobierno del “como si”. Un gobierno conservador que aparece como si fuera revolucionario; una política de estancamiento que hace como si fuese a industrializar al país; una política de sumisión al capital extranjero que se presenta como si fuese a independizar a la Nación. En esta línea, el Estado peronista da a luz a una poderosa institución sindical que parece como si fuese un producto surgido de la clase obrera, como si fuese un agente revolucionario capaz de romper el quietismo y conservadorismo”.
Esta sentencia vale tanto más para el kirchnerismo, por cuanto este gobierno ni siquiera se atrevió a arrimarse a los márgenes de lo tolerable por el capitalismo. Apenas si logró articular una prédica genéricamente “nacional y popular” vacía de contenido concreto. Su transgresión no pasó de algunas ampliaciones democráticas que en nada alteraron el carácter neoliberal del estado. Sin embargo su “relato”, prolijamente articulado por sus intelectuales orgánicos, mayormente agrupados en Carta Abierta, brindó a los simpatizantes kirchneristas la cobertura moral de integrar una corriente supuestamente progresista. Les permitió situarse en “el bando correcto”, del lado de los “buenos”, sin tener que comprometer ni sacrificar demasiado. El kirchnerismo ofreció una militancia light, apuntalada por los recursos y la estructura del estado, sin demasiadas exigencias ni compromiso activo, a cambio de inscribir una supuesta participación en una disputa épica contra el poder. El kirchnerismo se desarrolló “como si” expresara el espíritu de la rebelión 2001, “como si” expresara la ruptura con el neoliberalismo menemista y aliancista, “como si” viniera a encarnar un proyecto industrialista que rompe con la primarización de la economía”, “como si” llegara a democratizar las instituciones de la democracia, “como si” de su mano se favoreciera la distribución de la riqueza esgrimiendo un retorno al 50 y 50, “como si fuese el gobierno que desterró la desocupación y la pobreza, “como si” verdaderamente hubieran desendeudado al país, “como si “ su vocación antiimperialista y antimonopólica fuese real.
Ahora dicen que pasan a la “Resistencia”. Otro “como si”… Nosotros, militantes de izquierda, organizados o silvestres, les decimos que si quieren nos encontrarán en el mismo lugar que hace 10, 20, 30, 100 años. En la trinchera de la clase obrera y los oprimidos. Donde estuvimos siempre, en contra de los milicos, del “felices pascuas”, del menemismo, del aliancismo, del kirchnerismo saliente, y desde donde enfrentaremos al macrismo entrante. Esperamos verlos, en el llano, como nosotros, sin los recursos y la estructura de antaño, enfrentando la represión y el rigor estatal, como nosotros. Tal vez así, si logran fundir “palabras con hechos” descubren que el kirchnerismo fue apenas una cómoda ilusión.
Excelente escrito de Miguel Sñanchez que expresa con claridad el malestar que sentimos mucho de la doble moral del campo kirchnerista. Se callaron durante años y avalaron las políticas que desde el campo popular denunciábamos y ahora que le toca el turno de aplicarlas al macrismo las denuncian (resisten creo que es una palabra que les queda demasiado grandes). Leo no sin asombro a amigos progres enojados porque Macri podría no eximir de ganancias el medio aguinaldo pero llevamos años con impuesto al salario cuando todos sabemos que el salario NO es ganancia. Podríamos poner miles de ejemplos pero es evidente que son unos caraduras consuetudinarios. Se preocupan por la posibilidad de un retroceso en materia de memoria, verdad y justicia pero no solo callaron sino que fueron CÓMPLICES del nombramiento de Milani y cuando se les pidió acompañamiento para manifestarse en contra se quedaron en casa. En fin, todo lo que digamos será simplemente para ser redundantes lamentablemente. Yo de los «Kumpitas» no espero NADA más que el macartismo que les ha caracterizado durante la década robada hacia todo lo que huela a rojillo.
Una pinturita. Excelente trabajo, bien escrito y una memoria envidiable