por Fernando Ramirez
Un grupo de intelectuales,destacados referentes en la filosofia contemporanea,se han lanzado a dictar sus sentencias,en diverso medios y a traves de distintos articulos, sobre la etimologia,los alcances,las lecturas politicas y las predicciones sociologicas y culturales que el COVID-19 nos tendrian reservadas a lo largo del globo.
Sin dudas,quien ha cometido el error mas grosero de su parte fue Giorgio Agamben,filosofo lanzado al estrellato por su «corriente de penamiento italiana» en torno a la biopolitica y sus celebres libros «Homo Sacer» donde se despacha a gusto con su planteo sobre la figura de la «nuda vida» y la captura constante y necesaria que la politica y sus distintos mecanismos hacen de la vida en su expresion franca y desnuda. El estado de excepcion ha sido su mas fuerte apuesta para mostrar como este no reconoce diferencias especificas de regimenes politicos para ponerse en funcionamiento. Agamben escribio tres recientes articulos breves sobre el COVID-19 y el primero de ellos tiene el infeliz titulo de «La invencion de una pandemia»,donde todo se resume a una burda justificacion en una pandemia que no habria hecho estragos como tantas otras en la historia con el simple y solo fin de instalar un estado de excepcion.una figura que para Agamben se ha convertido en la unica explicacion posible de todos los problemas y las crisis que atravesamos desde buena parte del siglo veinte en adelante. Cuando las cifras de muertos italianos superan a los chinos,esto es poco menos que una fabulacion,propia de los dogmas que necesitan apresurar el sentido y la explicacion para el devenir en la historia,con un esquema inconmovible. Sus defensores han alegado que este primer articulo, escrito el 26/02, Agamben lo produjo cuando el virus aun era incipiente y las especulaciones tenian «mas rienda suelta». La pregunta es si eso exime a un autor como Agamben de responabilidad,mi respuesta es que no lo exime en absoluto.
Su segundo articulo, basado en la figura del «untador» nos ilustra la utilización política de la figura del contagio, como el mismo lo dice «inmortalizada por Manzoni tanto en su novela como en el ensayo sobre la Historia de la columna infame». El untador pasa a ser considerado digno de tratarse bajo la ley igual que como se trata a un terrorista sin mas. El projimo se ha abolido, la distancia es la norma, el lazo digital es la normativa social. Agamben pretende ver en los efectos transtorios de una pandemia, un cuadro de absoluta normalidad o de ribetes,apenas exagerados, en las formas de gobierno habituales. La comparacion puede discutirse,y mucho. La historia estaría mucho mas inmovilizada de la que tanto conservador supone si esto siempre hubiera sido así y solo es un poco mas agudo en esta pandemia.
Estamos hablando de un país donde los muertos que se reportan por día son entre 400 y 600. Finalmente,en un tercero y ultimo articulo, Agamben intenta efectuar aclaraciones y arremete contra un periodista al que no nombra y que habría falsificado sus posiciones. Pero en este ultimo y breve articulo, Agamben no conmueve un ápice su posicion. Basta con leerlo.
El problema no es describir las consecuencias políticas de esto, la capitalización que los gobiernos puedan hacer de ellas y su sobreactuación en materia represiva y de restricción a las libertades individuales. No se necesita ninguna teoría «agambeniana» para ello. El problema es no poder explicar todo mas que con ello, reducir los impactos de una pandemia real y luego incurrir en rectificaciones tardías y muy parciales.
Por eso, quiero citar íntegramente la respuesta que le diera a Agamben sobre este mismo debate otro destacado filósofo contemporáneo, Jean- Luc Nancy: «Giorgio Agamben, un viejo amigo, argumenta que el coronavirus no es muy diferente de una gripe normal. Olvida que para la gripe “normal” hay una vacuna que ha demostrado ser efectiva. E incluso esta necesita ser readaptada a mutaciones virales año tras año. A pesar de esto, la gripe “normal” siempre mata a varias personas, mientras que el coronavirus, contra el cual no hay vacuna, es capaz de causar niveles mucho más altos de mortalidad. La diferencia (según fuentes del mismo tipo que las que usa Agamben) es de aproximadamente 1 a 30: no me parece una diferencia insignificante.
Giorgio afirma que los gobiernos aprovechan todo tipo de pretextos para establecer continuamente estados de excepción. Pero no nota que la excepción se está convirtiendo en la regla en un mundo donde las interconexiones técnicas de todo tipo (movimiento, transferencias de todo tipo, impregnación o propagación de sustancias, etc.) están alcanzando una intensidad hasta ahora desconocida que está creciendo a la misma tasa que la población Incluso en los países ricos, este aumento de la población implica una mayor esperanza de vida, por lo tanto, un aumento en el número de personas mayores y, en general, de personas en riesgo.Mencioné que Giorgio es un viejo amigo. Y me disculpo por mencionar un recuerdo personal, pero no estoy abandonando un registro de reflexión general al hacerlo.Hace casi treinta años, los médicos decidieron que necesitaba un trasplante de corazón. Giorgio fue uno de los pocos que me aconsejó que no los escuchara. Si hubiera seguido su consejo, probablemente habría muerto lo suficientemente pronto. Es posible cometer un error. Sin embargo, Giorgio es un espíritu de tanta delicadeza y amabilidad que uno puede definirlo, sin la más mínima ironía, como excepcional». Todos los que aun disfrutamos ,discrepamos o coincidimos parcialmente con la letra de Nancy,nos alegramos que haya desobedecido el consejo de Agamben.
Sobre el tema de la biopolítica, debo decir que he visto reproducido compulsivamente ese término sin que me pueda ya permitir comprender en forma mas concreta como la irrupción de un virus que muta, donde opera el azar, cobra cepas mas agresiva y arrasa pone de relieve otras cosas. Felizmente, he podido leer a mucha gente ya preocupada en denunciar no tanto la estrategia política “a priori” de un virus buscando letra foucaultiana ahí donde parecía muy forzosa, sino denunciando un colapso sanitario, medidas contra los trabajadores obligados a concurrir a sus empresas, en negro, monotributistas, trabajadores de la salud que se exponen sin mas y sin la protección suficiente, y un sin numero de reivindicaciones que ya muestran otro problema.
En un pasaje del texto de Roberto Ésposito, el otro teórico destacado, por la vía italiana, de la biopolitica, prefiere apelar a una dosis de realidad, sin descartar consecuencias políticas, (basta con leerlo), cuando asegura: “Me parece que lo que está sucediendo hoy en Italia, con la superposición caótica y bastante grotesca de las prerrogativas nacionales y regionales, tiene más el carácter de un colapso de las autoridades públicas que el de un dramático control totalitario.”
Slavoj Zizek ha vuelto a la carga con sus pilas de erudiciones que siempre funcionan a la ocasión para todo y «mas que todo». Quizás diga cosas «interesantes» en su articulo,pero asegura que el Coronavirus reforzará «la confianza en el comunismo». ¿Debo envidiar su optimismo o debo distanciarme de el bajo el «alcohol en gel del principio de realidad»? ¿Por qué dice eso?
El hiper Best-Seller, el coreano Chul Han, calculo a esta altura cita obligada y protagonista de una importante acumulación de sus títulos en varios estantes de librerías, ha escrito un extenso articulo en El Diario «El ¨País» donde describe ampliamente los métodos dotados por los Estados Chinos y Coreanos para el combate al virus y,claro esta,estamos hablando de países donde el virus ha hecho verdaderos estragos en vidas humanas,empezando por su origen en China. Han da lujo de detalles como la «digitalización» de la vida permitió a los países asiáticos combatir al virus. La soberanía se juega hoy en materia de virtualidad, digitalización, y el reemplazo del soma como la vieja cárcel del alma por el “numero” como la nueva cárcel del sujeto. Dice Han: “En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial. Captan incluso los lunares en el rostro. No es posible escapar de la cámara de vigilancia. Estas cámaras dotadas de inteligencia artificial pueden observar y evaluar a todo ciudadano en los espacios públicos, en las tiendas, en las calles, en las estaciones y en los aeropuertos.Toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser ahora sumamente eficaz para contener la epidemia. Cuando alguien sale de la estación de Pekín es captado automáticamente por una cámara que mide su temperatura corporal. Si la temperatura es preocupante todas las personas que iban sentadas en el mismo vagón reciben una notificación en sus teléfonos móviles. No en vano el sistema sabe quién iba sentado dónde en el tren. Las redes sociales cuentan que incluso se están usando drones para controlar las cuarentenas. Si uno rompe clandestinamente la cuarentena un dron se dirige volando a él y le ordena regresar a su vivienda. Quizá incluso le imprima una multa y se la deje caer volando, quién sabe. Una situación que para los europeos sería distópica, pero a la que, por lo visto, no se ofrece resistencia en China.”Mas adelante, continua Han: “Al parecer el big data resulta más eficaz para combatir el virus que los absurdos cierres de fronteras que en estos momentos se están efectuando en Europa. Sin embargo, a causa de la protección de datos no es posible en Europa un combate digital del virus comparable al asiático. Los proveedores chinos de telefonía móvil y de Internet comparten los datos sensibles de sus clientes con los servicios de seguridad y con los ministerios de salud. El Estado sabe por tanto dónde estoy, con quién me encuentro, qué hago, qué busco, en qué pienso, qué como, qué compro, adónde me dirijo. Es posible que en el futuro el Estado controle también la temperatura corporal, el peso, el nivel de azúcar en la sangre, etc. Una biopolítica digital que acompaña a la psicopolítica digital que controla activamente a las personas.”El problema de las libertades individuales y la circulación autónoma de los “ciudadanos” queda absolutamente relegada a cambio de la soberanía digital que los Estados rigen sobre los cuerpos de los individuos a los fines de neutralizar la expansión del virus.Han se toma de esta situación para ver en ella una objeción a sus tesis en su libro “La sociedad del cansancio”. Si el autor sostenía que se acabo la era de la protección inmunológica donde primaba la negatividad del enemigo, ahora nos encontraríamos bajo una sociedad del cansancio, de la autoexplotación (concepto erróneo de por si, la explotación es una relación social), y no “lo negativo del otro”, sino lo positivo del Otro : exceso de todo, de comunicación ,de información, etc. Ya no se trataría de “fronteras, vallas y barreras inmunológicas” sino de “apertura indiscriminada en exceso de positividad, de rendimiento, de comunicación, etc”, nos explica Han. El problema es que el virus nos retrotrae entonces a los cierres, a la barrera inmunológico , a las fronteras que vuelven a separar un campo de otro y a esa “negatividad” que Han se apuro a desechar como lo mostro en más de uno de sus libros. Pero Han dice ahora que el pánico se produce por la digitalizacion.
Afirma Han: “La digitalización elimina la realidad. La realidad se experimenta gracias a la resistencia que ofrece, y que también puede resultar dolorosa. La digitalización, toda la cultura del “me gusta”, suprime la negatividad de la resistencia. Y en la época postfáctica de las fake news y los deepfakes surge una apatía hacia la realidad. Así pues, aquí es un virus real, y no un virus de ordenador, el que causa una conmoción. La realidad, la resistencia, vuelve a hacerse notar en forma de un virus enemigo. La violenta y exagerada reacción de pánico al virus se explica en función de esta conmoción por la realidad.”Afirmar que “La digitalizacion elimina la realidad” y no comprender otras dimensiones puede llevar a reeditar la funesta sentencia de Baudrillard cuando afirmo que “La Guerra del golfo no existio”solo por su Cortina de invisibilizacion de los medios.
Han sobre dimensiona y pretende ver en el virus una irrupción real que lucha contra la resistencia digital . Lo dice también respecto a la economía. Parecería ser que el virus conmueve esquemas con los que Han se encontraba cómodo y sencillo en sus explicaciones. Es lo mismo que cuando asegura que el poder se basa mas en la extensión del “si mismo” para absorber a los otros que formen parte de un “gran si mismo” consensuado y no violento, antes que en la violencia de la negatividad, de la fractura, del conflicto donde todos ellos serian episodios inestables que el poder debe superar para volver a restablecerse. Por eso, en su libro “Sobre el Poder”, Han lee tan mal a Hegel, a Nietzsche y a Foucault.
Es paradójico porque Han entiende que los mercados bursátiles no necesitan un virus para el pánico puesto que el pánico esta dentro de ellos. Es decir: las contradicciones y conmociones sociales no se homologan necesariamente a un COVID-19 para sacudir bolsas enteras. Lo mismo pasa con el problema del Estado y las fronteras: no es que la circulación de los excesos se interrumpe por la invasión de un virus y se “retorna” a las barreras inmunológicas sino que el poder real y concreto, basado en la descarnada lucha de clases, conflictos entre potencias y choques de intereses que acaparan el reparto del mundo son menos “sutiles, circulantes y positivos” de lo que piensa Han.
Hace dos días, tuve la oportunidad de leer publicado un texto de Alain Badiou sobre el coronavirus . No hace grandes revelaciones ni aportes, es de preguntarnos si quizás las funciones de muchos intelectuales que disfrutamos o cuestionamos pero apasionadamente en otros momentos, ahora no encuentren respuesta o simplemente quizás no ameritan que vuelquen tantas líneas mezcladas con redundancias y sentido común. Badiou repasa la situación en Francia y se aleja de las teorías conspiranoicas, adscriptas estilo Agamben y tantos otros:“Parece que la prueba epidémica disuelve en todas partes la actividad intrínseca de la Razón, y obliga a los sujetos a volver a los tristes efectos (misticismo, fabulaciones, oraciones, profecías y maldiciones) que la Edad Media era costumbre cuando la peste barrió los territorios.De repente, me siento algo obligado a recopilar algunas ideas simples. Con mucho gusto diría: cartesiano.Aceptemos comenzar definiendo el problema, que de otra manera está tan mal definido y, por lo tanto, tan maltratado.Una epidemia es compleja porque siempre es un punto de articulación entre las determinaciones naturales y sociales. Su análisis completo es transversal: debemos captar los puntos donde se cruzan las dos determinaciones y dibujar las consecuencias.Por ejemplo, el punto de partida para la epidemia actual es más probable que se encuentre en los mercados de la provincia de Wuhan. Los mercados chinos todavía son conocidos hoy por su peligrosa suciedad y por su incontenible gusto por la venta al aire libre de todo tipo de animales vivos amontonados. Por lo tanto, el virus estaba presente en un momento dado, en una forma animal heredada de los murciélagos, en un ambiente popular muy denso y con una higiene rudimentaria.El empuje natural del virus de una especie a otra luego transita hacia la especie humana. Como exactamente Todavía no lo sabemos, y solo los procedimientos científicos nos lo dirán. Estigmaticemos al pasar a todos aquellos que lanzan, en redes de Internet, típicamente fábulas racistas, respaldadas por imágenes falsas, según las cuales todo proviene de lo que los chinos comen murciélagos casi vivos…”Describe a las practicas globales, autoritarias incluso y económicas a las que se ve obligado Macron para combatir la pandemia. La nota termina siendo contemplativa con Macron en nombre de la “herencia recibida” por el sistema francés sanitario que venia golpeado hace tiempo, un argumento que aquí siempre se utiliza “a la ocasión” para justificar a propios y culpar ajenos. A diferencia de Zizek, también cuestionado por Han, Badiou piensa que: “la lección de todo esto es clara: la epidemia actual no tendrá, como tal, una epidemia, ninguna consecuencia política significativa en un país como Francia. Incluso suponiendo que nuestra burguesía piense, dado el aumento de gruñidos sin forma y consignas inconsistentes pero generalizadas, que ha llegado el momento de deshacerse de Macron, esto no representará absolutamente ningún cambio significativo. Los candidatos “políticamente correctos” ya están detrás de escena, al igual que los defensores de las formas más mohosas de nacionalismo “obsesivo y repugnante”.Pero, algo que no debería llamar la atención si se tiene conocimiento de los trabajos de Badiou sobre lo que el comprende como comunismo, llama a trabajar en los confinamientos por la pandemia por un “comunismo no estatal” o que “no tenga que ver con el estado”, etc.
Una tercera etapa del comunismo, admitiendo que fue derrotado de su experiencia estatal. Decenas de escritos de Badiou, separan comunismo de “Forma partido que reproduce Forma Estado”. No pierde oportunidad de sugerir algo de esto en este mismo cuadro. Tiene derecho a hacerlo? Sin dudas, como nosotros tenemos derecho a examinar y releer bien sus obras para discutir esta idea también y ,sobre todo, ver si es JUSTO en este contexto que vale la pena darle lugar. Judith Butler escribió también sobre el coronavirus, en una nota donde no vuelca ninguna de sus consideraciones teóricas como si lo hacen otros autores, se pronuncia por Sanders aunque ve difícil su triunfo, denuncia a Trump queriendo comprar los derechos de la vacuna a Alemania y afirma que, pese a las dificultades para el triunfo de Sanders, su horizonte redunda en que: “La propuesta de salud universal y pública revitalizó un imaginario socialista en los Estados Unidos, uno que ahora debe esperar para hacerse realidad como política social y compromiso público en este país.”Ya dije, en varias oportunidades, que el “efecto Sanders” alimenta mas un “imaginario socialista” en intelectuales y militantes de izquierda, aquí mismo en Argentina los hay,que en las “masas” que depositen alguna expectativa en el. Como sea, la nota de Butler puede servir a quien le interese recabar algún dato mas sobre la relación de Trump con Alemania en torno a este temaSi de intelectuales en norteamerica hablamos, fue un alivio escuchar que las declaraciones de Chomsky acerca que el coronavirus fue un invento para una guerra bacteriológica fueron informaciones falsas y ya desmentidas.En suma, es poco lo que siento que me he podido llevar de “la comunidad de pensadores” contemporáneos.
He notado una obsesión por dar y pacificar el sentido a una irrupción de un virus que sorprendió a las conciencias mundiales y desnudo las crisis de los Estados, principalmente de las grandes potencias capitalistas, para hacer frente a sus estragos. Muchos intelectuales necesitan dominar la significación de la historia y eliminar la contingencia, el azar, el acontecimiento o,muchos de los términos que algunos de ellos usan frecuentemente para romper con “la metafísica de la presencia” en la historia occidental, pero que, sin embargo, ahora, algunos de ellos parecieron invocarla a los fines de tranquilizar las almas.