por Pablo Pozzi
En medio de la cuarentena, de estar encerrado harto de Netflix y de leer novelitas policiales, me dediqué a leer cuanta cosa hay sobre el coronavirus. Caramba, son millones de cosas. Todo el mundo escribe sobre el tema. Por ende, me dije, ¿por qué yo no escribo también? Total, no puedo decir nada que no se haya dicho antes, y seguro que por lo menos no me aburro un rato.
Sea como sea, me parece que hay que pensar tres cosas… obvio que ninguna de ellas cosas de inmunología o de virología por la simple razón que de eso no sé nada de nada y, si bien soy intelectual, tengo aun ciertos límites. Dicho esto, hete aquí la excepción que hace a la regla y voy a opinar sobre el coronavirus, pero bueno, ya dije que ando medio aburrido. Una es el porqué el virus. Otra, son alternativas. Y, tercera, es las consecuencias que va a traer.
¿De dónde salió el coronavirus y por qué es tanto problema? Aquí las diversas versiones son múltiples y oscilan desde que es un «castigo de Dios por los pecados de los abortistas y LGBT» hasta que es «una conspiración de Estados Unidos para detener la locomotora China», Chomsky dixit. En el medio tenemos algunas explicaciones racistas del tipo «los sucios chinos comen murciélagos y no se lavan nunca». Obvio que los que comen una Big Mac son limpitos y esa «deliciosa» hamburguesa no trae ninguna porquería dentro –excepto que anualmente Estados Unidos tiene 48 millones (sí: 48 y seis ceros) de casos de envenenamiento por Escherichia coli y salmonella gracias a su limpita industria de la carne–. Y no olvidemos los que dicen que es un complot de Bill Gates, los Illuminati y su plan diabólico para dominar al mundo. De todos estos, mis favoritos son los yanquis, empezando con los de la ultraderecha que insisten que todo es una conspiración para evitar la reelección de Trump. Como corresponde a ese gran país, faro de la democracia y la razón, esta explicación funciona y el Gran Monstruo Anaranjado aumentó en la ponderación pública positiva 7 puntos y, según el Pew Report, está en 49% de aprobación por «su valor en enfrentar la pandemia». Seguro que les preguntaron a los miles de enfermos y muertos en Nueva York; pero bueno, ese estado vota Demócrata y sabemos lo que son esos tipos. Los otros que me encantan son los evangélicos yanquis (más de ultraderecha), que acaban de lanzar un «Día de Arrepentimiento por los Pecados LGBT», asegurándote que el virus es un castigo divino. Obvio que gentuza como el «pastor» Steven Andrew de la Iglesia Cristiana USA de San José, California, insiste que «Dios protege a Estados Unidos del peligro si la nación se arrepiente de pecados como el aborto, los falsos dioses y LGBT». Nunca cesan de sorprenderme los norteamericanos que, indudablemente, están convencidos que Wuhan debe estar llenito de gays, abortistas y falsos dioses (bueno, esto último es así, ya que los que no son comunistas deben ser confucianos).
En realidad, está más que demostrado que el COVID-19 es una variación de dos de las epidemias más peligrosas de los últimos 20 años: el MERS y el SARS. Existe muchísima evidencia que es un virus que cruzó desde el mundo animal hacia los humanos, como hace la mayoría de las enfermedades infecciosas en los últimos mil años. Entonces, ¿cuál es el problema? En apariencia, ninguno, al fin de cuentas la cantidad contagiados y muertos por coronavirus es menor que por una gripe común. Con una pequeña diferencia: te afecta sobre todo el sistema respiratorio y el inmunológico. Y eso significa que tiene una capacidad de contagio exponencial. Por ejemplo, Estados Unidos no tenía contagiados por coronavirus hace dos semanas, hace cinco días eran treinta mil, ayer llegaron a 84 mil y hoy sobrepasaron largamente los 90 mil. Eso tiene una implicancia aún mayor: la gripe se cura en casa, con remedios sin receta y solo cuando se complica vas al hospital. El coronavirus te deriva a internación casi enseguida y muchos contagiados necesitan respiradores para sobrevivir. Como resulta que este salvaje mundo neoliberal ha aplicado la ganancia y el just in time a la salud, entonces no solo no hay suficientes camas en los hospitales, tampoco remedios o recursos para tratar estas cosas. Ni hablar que esto empeora porque no solo se mueren los infectados por COVID-19 sino todos los otros que no tienen acceso a camas ahora ocupadas por los pacientes de coronavirus. Por ejemplo, en Argentina hay epidemia de dengue, zika y chingukuya… ni hablar que hay pilas de otras enfermedades. Si antes no los podíamos tratar, gracias a la privatización de nuestro sistema de salud, ahora menos. O sea, los muertos que hay que contabilizar no son solo los del coronavirus, sino también todos aquellos que indirectamente mueren por un sistema de salud saturado.
Por otro lado, ha sido más rentable invertir en cosas importantes como implantes mamarios, viagra y cirugía estética, que en resolver el cáncer. Pensemos, sencillamente, ¿qué va a priorizar un hospital privado: tener respiradores y barbijos guardados en caso de pandemia o darle un suculento bono de fin de año a sus directivos? ¿Vamos a mantener camas disponibles para emergencias o simplemente vamos a tener aquellas que puedan estar siempre ocupadas? Por mucho que la tele trate de decirnos otra cosa, Dr. House y los muchachines de Grey’s Anatomy hacen fortunas y rara vez dedican sus conocimientos a los pobres de Harlem que no tienen seguro médico y no pueden pagar cien mil dólares en una operación. Es más, ¿qué es lo primero que hace un hospital cuando llegas moribundo a primeros auxilios? Uno: te pregunta si tienes seguro médico, Dos: si no tienes, te pregunta si sos dueño de tu hogar. Tres, si uno ni dos, te pregunta quién figura como garante de que vas a pagar tu cuenta. Y cuatro, si no hay garante te dejan morir en la acera de enfrente. Unos amigos que hacen honor a su juramento hipocrático. Y eso es toda la medicina privada, no solo la yanqui. Digo hace unos cuantos años a mi vieja le dio un ataque al corazón, circulamos de hospital en hospital donde no había cama para ella, hasta que logramos internarla en un famoso hospital privado de Buenos Aires. Para que la internaran yo firmé un pagaré por veinte mil dólares y entregué un cheque por diez mil más. Obvio que no tenía fondos ni para uno ni para lo otro, pero era eso o verla crepar. Y, si bien ellos lo sabían, los 30 mil verdes prometidos eran garantía de que se quedaban con mi casa si no podía pagarlos eventualmente. Lo único decente es que el empleado que me hizo firmar todo eso se ponía rojo de vergüenza mientras lo hacía. Flaco comfort.
Esto debería dejar una lección importante. Lo que ha fracasado no es el sistema de salud, sino que es el capitalismo como tal. Eso no implica que se cae mañana, ni tampoco que no haya una cantidad de cretinos haciendo plata a manos llenas. Si implica que cada día más la supervivencia de la especie humana esta vinculada con poner fin a un sistema profundamente inhumano.
¿Y ahora qué hacemos? Ya dije al principio que de esto no sé nada. Sí es que leo mucho y eso incluye una bola de informes que salen en la web y también el journal británico The Lancet, la principal revista de medicina en el mundo. Como de eso no entiendo no leo de medicina, sino de los diversos esfuerzos por combatir el coronavirus. Todo el mundo acepta hoy que Corea del Sur, Taiwán y Singapur son modelos a seguir, por cuanto parecen haber contenido la pandemia sin recurrir a masivas cuarentenas que sean devastadoras para su economía. Por supuesto, nadie habla de China y, si lo hacen, es enfatizando que son un gobierno totalitario. Lo que no te dicen los medios occidentales es que hay por lo menos dos o tres modelos exitosos más sin tanto autoritarismo. Y quizás no te lo dicen por son «rojillos». Estos son Cuba, Vietnam y el estado de Kerala en la India. De Cuba se sabe bastante, no solo porque ha desarrollado un medicamento para combatir los efectos del COVID 19 (Interferon Alfa 2B) sino porque estan enviando brigadas de médicos para ayudar a otros pueblos. Obvio que Trump rechazó esta ayuda, y que la derecha mundial insiste que los médicos son enviados a «espiar» (¿qué?, me pregunto yo). De Vietnam se sabe un poco menos, pero aplicó criterios similares a los otros países asiáticos, combinado con una movilización de masas para impedir el contagio. Pero Kerala es algo absolutamente ignorado en el mundo occidental, quizás porque su gobierno es una coalición liderada por el Partido Comunista de la India-Marxista, o sea, maoístas. Kerala es un estado muy pobre con 35 millones de habitantes y ha logrado contener la pandemia a pesar de los bajos niveles de nutrición, pobreza generalizada y problemas sanitarios. Obvio que el gobierno de Kerala (o sea el PCIM) ha volcado gran parte de su presupuesto al sistema de salud desde 1996. Pero, además, enterado de lo que entonces era una epidemia en Wuhan, determinó primero testear a toda la población, no una sino varias veces, aislando aquellos que estuvieran infectados. Luego, se hizo cargo de los gastos y los salarios de los internados. Tercero, movilizó a las organizaciones sindicales, de jóvenes y mujeres para producir barbijos, generar brigadas de limpieza y de concientización. Cada gobierno comunal estableció un comité de emergencia para hacer seguimiento y fomentar la limpieza de las zonas públicas. Como aspecto interesante estos comités tienen la tarea de hacer un «mapa de ruta». O sea, cada vez que se detecta a un infectado, el comité entra en acción para mapear con quiénes entró en contacto y testearlos a su vez. Básicamente la idea es quebrar la cadena de contagio. A esto le ha agregado una batería de medidas económicas: préstamos sin interés a familias otorgados a través de la organización de mujeres, el pago inmediato de dos meses de jubilación, subsidios a restaurantes para que den de comer gratis o a precios reducidos, reparto gratuito de grano entre la población más carenciada y suspender el pago de servicios y deudas por el período de la emergencia y hasta que se determine un retorno a la normalidad. Mientras tanto se fortaleció el sistema de salud pública. Kerala es un estado densamente poblado con mucho hacinamiento habitacional, sin embargo, desde el 30 de enero de 2020 se han registrado solo 176 casos de coronavirus, con un 80% de recuperación, y ninguna defunción. Notable. Sobre todo, para países como los latinoamericanos donde la densidad poblacional puede ser similar.
Una de las grandes victorias de Kerala es desarrollar una alternativa al planteo neoliberal tan difundido por los medios de comunicación: o cuarentena con represión, o preservar la economía con muertos por miles. Kerala demuestra que, con una movilización de masas, una salud pública volcada a la población y un gobierno activo, esta dicotomía es falsa. Digamos, la izquierda en nuestros países haría bien en dejar de guiarse por la ideología, poner primero los intereses de los trabajadores y el pueblo, y estudiar ejemplos como los de Kerala: una cosa es que sean maoístas y otra muy distinta que no hayan podido responder positivamente ante una crisis que amenazaba a su pueblo.
Por debajo de todo lo anterior, y tras todas las discusiones entre la prensa y los intelectuales, está el qué va a pasar en el futuro. Trump, Boris Johnson y Bolsonaro insisten en minimizar la pandemia porque, dado que han reaccionado tarde, esto significaría que su economía puede dejar de ser líder mundial. William Robinson, un amigo y profesor de sociología en la Universidad de California en Santa Barbara, explicó con claridad las implicancias para Estados Unidos y el mundo. Y él lo ha hecho mucho mejor de lo que yo podría hacerlo. La pandemia ha generado un shock en la economía especulativa mundial mayor que la crisis de 2008. Billones de dólares se han evaporado, con la baja de las acciones de Wall Street, o la caída del precio del petróleo. Aún peor. En una economía especulativa, donde existe una inmensa cantidad de liquidez disponible, esta tendió a fluir hacia la deuda de las diversas naciones. ¿Y ahora qué? Ya dijo el FMI que habría que disponer de una moratoria en los pagos. Obvio, son más progres que los progres que seguían negociando para ver cómo pagar. Pero el FMI rapidito se dio cuenta de que (a) insistir en el pago implica profundizar la crisis económica (lo social les importa un pito) a niveles que no se pueda recuperar y (b) igual muchos países deudores no iban a poder pagar porque no tenían con qué antes y ahora menos. En otras palabras, lo quieran o no, se van a esfumar billones en precios de bonos de las diversas deudas.
Otra vez, ¿y entonces? Pensemos un poco más. Trump, Johnson y sus amigos ya dejaron en claro que no piensan modificar el curso neoliberal, particularmente en torno a la medicina y la sanidad pública. En vez de movilizar al estado para producir barbijos y respiradores, recurren a licitaciones. No solo eso demora el proceso (generando más muertos) sino que encarece lo comprado. Un respirador comprado en California sale unos 35 mil dólares, licitado puede llegar a 50 mil, y en Argentina uno nuevito comprado a empresas privadas sale entre 13 y 20 mil dólares, y la Universidad Nacional de Rosario se ha puesto a producirlos a un costo al público 80% más barato. ¿La UNR? ¿Si ellos lo hacen cómo es que Harvard, Stanford, Yale, o la UCLA no? Pues, porque no es negocio, baby. Para ellos el ser humano tiene precio.
¿Esto qué significa? Los cálculos más conservadores dicen que en el pico de la pandemia, Estados Unidos tendrá unos tres a cuatro millones de infectados, o sea un 1% de la población. Dadas las escasas medidas tomadas por Trump y sus amigos evangélicos, lo más probable es que la tasa de contagio oscile entre 5 y 10 porciento, o sea unos 35 millones de norteamericanos. Asimismo, la tasa de defunción también será necesariamente altísima (¿digamos 10 a 15%?) dado que no solo no están tomando medidas de contención adecuadas, sino que su sistema de salud no tiene capacidad para tratar a toda esa gente. Igual que toda enfermedad, el coronavirus es clasista, o sea, va a afectar mucho más a los sectores trabajadores y pobres que a los ricos o pudientes simplemente porque estos últimos tienen mejores condiciones de salud e higiene, amén de que pueden cumplir cuarentenas. Digamos a los enfermos habrá que agregar aquellos afectados por quedarse desempleados, o que no tengan qué comer… que esto no es imaginación lo demuestra el hecho que en los primeros días de la pandemia en Nueva York fueron despedidos el 25% de los hispanos de la zona. Obviamente, son los culpables de todo. ¿Qué va a hacer esa gente?
Los estados capitalistas ya se están preocupando por eso, de ahí la movilización de las fuerzas de «seguridad y orden» en función de la cuarentena. En realidad, tienen razón: mucha gente no acata la cuarentena contagiando a muchos otros. No se trata de relatar casos porque hay muchos. La realidad es que, en el mundo neoliberal, el individualismo está a la orden del día. Ni hablar que los ricos se sienten impunes (total, yo tengo plata para que me traten los mejores médicos) y los pobres saben que aun sin coronavirus cualquier enfermedad los puede matar, así que ¿para qué preocuparse? Ni hablar que si los pobres no salen a trabajar se mueren de hambre. Treinta por ciento de la población argentina es «informal», o sea, no tiene ingresos con una cuarentena. Al mismo tiempo, el poner masas de policías en la calle es una opción para el día después. ¿Por qué no recurrir a las asociaciones barriales o a que los vecinos se cuiden a sí mismos? Por varias razones. Primero, porque hay que acostumbrar a la gente a denunciarte: hoy a los que quiebran la cuarentena, mañana a los rojillos o los gays o los que tienen pelo castaño. Segundo, porque hay que acostumbrarte a una presencia policial efectiva. Mañana va a haber hambre y desempleo masivo, un comité vecinal ¿va a impedir que se movilicen en función de eso o, peor aún, va a ser el organizador de esa protesta o saqueo o lo que sea? El mundo que se viene va a ser cada vez más autoritario, y eso que ya lo era y mucho. El único antídoto a eso es avanzar en la organización popular, los comités vecinales, los grupos de autodefensa, o sea, en el doble poder.
Luego hay otras cosas. Una es que la pandemia puede venirle muy bien a los capitalistas, en cuanto a convencer a los trabajadores que tienen que aceptar aún más recortes. Ya lo están haciendo, no solo desempleando gente, sino emitiendo con la maquinita. Cada subsidio tiene que salir de algún lado; y rara vez es del bolsillo de los multimillonarios y los políticos. Los subsidios se financian con inflación, saqueado las pensiones de los trabajadores y aumentando los impuestos fáciles de recaudar como el IVA. Si se salen con la suya vamos a emerger de la pandemia en un mundo mucho peor que Un mundo feliz de Aldous Huxley o 1984 de Orwell. Su gran ventaja es el pánico que generan los medios y la desesperación de la gente. La nuestra debería ser la organización popular, y la aplicación de alternativas como las de Kerala.
Quizás una cuestión importantísima es que está ocurriendo un movimiento tectónico en la estructura del capitalismo. Supongamos que Estados Unidos tiene más o menos 5% de infectados y un 2% de tasa de mortandad, solo de coronavirus. Eso es unos 17 millones de personas infectadas y casi 400 mil muertos. Muchos de estos van a ser de la tercera edad, pero también van a haber jóvenes y personas entre 40 y 60 años, o sea plena edad productiva. La vasta mayoría van a ser trabajadores sin cobertura médica, lo cual va a afectar desde los ingresos impositivos hasta la productividad en las fábricas. Al mismo tiempo, China parece haber capeado el temporal en mejores condiciones y antes. Esto significa que, si bien va a sentir los efectos de la crisis económica, entre otras cosas porque su principal mercado de exportación es Estados Unidos, va retener gran parte de su poderío y posiblemente mantener una tasa de crecimiento positiva aunque pequeña. En cambio, Estados Unidos, viene en un largo y lento proceso de decadencia que se acaba de acelerar a niveles que aún no podemos predecir. ¿Va Estados Unidos a aceptar ser postergados por naciones como China? ¿O va a utilizar el hecho de que el coronavirus apareció primero en Wuhan para lanzarse a una confrontación que podría derivar en una conflagración mundial?
Por último, ¿vamos a superar el coronavirus o se va a convertir en algo normal que sufren los más pobres como la disentería, el dengue o los diversos tipos de gripe? Se vienen tiempos aciagos y, si no nos preparamos para ellos, nos van a pasar por encima.
La amiga Laura Pasquali, pregunta de dónde saqué el dato de la cantidad de gente infectada anualmente con E Coli y salmonella. Ahi va el link del Washington Post:
https://www.washingtonpost.com/national/health-science/the-big-number–48-million-cases-of-food-poisoning-in-the-us/2019/01/18/ede418ac-1a63-11e9-88fe-f9f77a3bcb6c_story.html
Buen articulo! Creo que a todos nos pasas -al menos aquellos que nos preocupa en serio que está pasando- el leer de todos, donde nos encontramos con y para todos los gustos.
Rescato eso ultimo que Ud dices «… se vienen tiempos aciagos, …» Esto realmente angustia y mucho; porque efectivamente creo que el autoritarismos se va a profundizar y no sé si hay algún embrión desde donde podamos pensar en que por abajo hay organización para enfrentar al como se dará ese crecimiento y profundización. Lo que veo -al menos por ahora- es la habilidad de los medios en el como controlar a toda una población con solo prender ese aparato que a la mayoría les acompaña en el «aislamiento» y lo pongo entre comillas porque NO HAY AISLAMIENTO lo que hay es un hacinamiento de las familias y consecuentemente, acentúa el individualismo al punto de convertirnos en agente policial de aquel que rompe ese «aislamiento-cuarentenal», es como una prueba de ensayo sobre nuestras resistencia; y a su vez ensayan la aplicación de las nuevas tecnologías que evite nuestro contactos de tipo personal porque somos potenciales portadores de «virus», clases virtuales en materia de educación es la primera practica, es algo parecido de las practicas aplicadas en épocas del proceso donde en las carreras de cs. sociales, eramos alumnos libres, no había cursados; así los jóvenes ingresantes no nos conectábamos con los subversivos, se acuerda?.
Muy interesante y tremendo trabajo se tomo. Sólo una cosa quiero decir el virus se expande no es controlable más tarde o más temprano todos lo tendremos es inevitable en general como casi todos estos virus respiratorios, el tema es a la velocidad a la cual se expande y como se tienen medidas de contingencia. En fin nada de miedito si precaución, y pensemos en el día después vinculado a los efectos económicos ( que serán graves) y seguramente habrá una disputa por quién y cómo se resuelve con las consecuencias sociales, en fin veremos. Igual gracias fja
Interesante análisis, nose si sobreviviremos a la pandemia, lo que tengo claro es que a todos nos cambiará la vida, y que ojalá que quede en la historia este artículo para que en el futuro aprendamos y apliquemos valores a la vida, el bienestar social y los límites del capitalusmo. Creo que todos de alguna manera somos responsables de nuestro sistema llevamos mucho tiempo conformes o no, pero cómodos y asimilando día a día nuestras vidas.
Fracisco, me gustaría saber de donde saca ese dato Ud? Dado que según otras informaciones, efectivamente, es de rápida propagación y contagio Y el problema mas grave es que no distingue a quien afectar, sin desconocer que hay grupos etarios en situación de riesgos mas que otros. Pero no es argumento para sostener lo que Ud dice «más tarde o más temprano todos lo tendremos es inevitable …» Entonces y según su opinión, mas temprano que tarde, con cuidados o sin cuidados TODOS nos enfermaremos! Me parece muy fatalista esas conclusiones y no se compadece con los datos y estadísticas conocidos y las que con mucha precisión y claridad transmite el articulo comentado; y que no son antojadiza. Son datos de la realidad.
Le pregunto, básicamente porque estas informaciones tremendistas «todos nos vamos a enfermar» es lo que crea una histeria colectiva, en algunos casos xenófobo, como nos pasas con la Provincia del Chaco y Corrientes; ya ni hablar de los comercios chinos.
Hola Pablo como estas? Como hago para comunicarme con vos? Te dejo mi correo electronico aqui:
smontali@yahoo.com.ar …por favor escribime. Un abrazo. Sandro Montali