por Alberto Adellach Triste destino el de los quebrados. Más triste que el de uno, por ejemplo, ya que el de uno puede ser fiero, portador de muchas angustias, aguantador de lejanías, de improbables olvidos, de rostros y de nombres desde siempre queridos y tal vez para siempre desaparecidos; pero, también sustentador de un alivio, aportador de un beneficio incomparable. […]