por Pablo Pozzi
Hace ya un par de semanas que vengo dándole vueltas al problema de que tengo y debo votar el domingo 25 de octubre. Hay que elegir presidente, gobernadores, diputados, senadores, hasta miembros del Parlasur que aun no funciona pero que permite repartir cargos con suculentos sueldos. Bueno, eso de “elegir” es algo absolutamente falso. Primero porque no elegimos nada, simplemente tenemos la opción de ponerle el voto a alguno de estos piratas que son candidatos gracias a la rosca. Segundo, porque el fraude esta (como hace mucho) a la orden del día. Tercero porque en nuestro glorioso sistema electoral pesa más la plata que el voto. Pero, cuarto, y aun más complicado porque simplemente si me pongo a pensar un poco no sólo no hay nadie que me represente ni remotamente, sino que lo que se ofrece me asusta.
Y vamos de atrás para adelante. ¿Pozzi se asusta? Bueno, en realidad lo que quiero decir es que todavía estoy vivo y tengo algo de ética, razón y moral (no mucha, pero alguito). Digo, puedo elegir entre la derecha oficialista integrada por buena parte de individuos procesados por corruptos que deberían estar en la Penitenciaría, o la derecha tradicional que debería acompañar a los primeros pero por represores, o por la nueva derecha que quiere ser como los segundos para robar como los primeros. ¿Exagero? Indudable, ¿qué tiene de preocupante que el probable gobernador de la provincia más grande del país, y actual secretario de gobierno este acusado de narcotraficante y de hacer asesinar a tres empresarios que trataron de “pasarlo” en un “negocio”? Ni hablar del actual vicepresidente Boudou, que tiene no sé cuántas causas abiertas porque ya perdí la cuenta, que dice que “apoyo a Scioli” (el candidato oficialista). Lo fascinante es que Boudou hasta se ofrece para “servir en cualquier cargo que le quieran dar”, o sea “no quiero soltarme de la teta del estado”. O Massa cuya propuesta es combatir a los narcos con las Fuerzas Armadas en la calle… ¿Eso es bueno? Y… funcionó taaaan bien en México que hoy en día los narcos son la Fuerzas Armadas.
Claro los tres principales candidatos han probado con creces su capacidad al frente del estado. Scioli, el candidato K, ha hecho desastres como gobernador de la provincia de Buenos Aires; Macri es su alter ego en la Ciudad de Buenos Aires; y Massa tiene la virtud de que bajo su égida el municipio de Tigre se convirtió la principal residencia de los narcos. No son inútiles, han hecho muchas cosas. Por ejemplo, si los rumores son ciertos, se han robado hasta los picaportes.
Pero not to worry, baby, al fin y al cabo yo no elijo nada. ¿No me creen? Pensemos un poco: ¿estos son los tres principales candidatos del pueblo? A Scioli lo puso a dedo Carlitos Menem hace años, ayudado por la plata que tiene y por el hecho de ser un motonauta conocido y hombre de la farándula (algo muuuuy importante para ser político) y es candidato por que la Presi así lo quiso; Macri se volcó a la política gracias a la plata que hizo su papá con el dictador Onganía y con Carlitos Menem. ¿Y Massa? Otro que emerge en época de Carlitos gracias al apoyo de la Iglesia y de su mujer (que es mucho más interesante e inteligente e hija de un político menemista), que le dan notoriedad los Kirchner y que luego de aliarse con los K y Macri ahora se junta con De la Sota hombre histórico de la derecha peronista. Como decía Perón: “no hay general que resista un cañonazo de un millón de dólares” (bueno, el precio ha bajado bastante, a pesar de la inflación, en época recientes). ¿Será por eso que en mi pueblo el voto se cotiza a $100 pesitos (o sea U$10 a precio oficial)? ¿O será porque, como decía una vez ese gran analista argentino que era Perón, “todos somos peronistas”?
¿Eso es fraude? Nah, pibe, avívate, es como se hacen las cosas. Como se acordaba mi abuelo, el español: no se podía votar porque no estaba el joven en el cuarto oscuro que diga “agarre esta”. Fraude hay y hubo siempre, admiten hoy los políticos en los diarios. La queja es que una cosa es dos por ciento de votos fraudulentos, y otra 20 por ciento. ¿Dos por ciento? Menos mal, pero si eso no es nada. ¿Qué son unos 2 millones de votos entre amigos? Además, seguro que iban a votar mal, y capaz que encima la zurda metía varios diputados más.
Claro que no importa, sobre todo porque la cantidad de diputados zurdos no hace mucha diferencia. Ehhh, qué gurkha que soy ¿no? Si, hace diferencia. ¿Seguro? La otra noche yo lo escuché a Nicolás del Caño del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, en una larga entrevista con la periodista Viviana Canosa en la tele. Lo que me quedó en claro es que: 1. No es corrupto, 2. Es un buen pibe, 3. Al igual que en el caso de Massa la mujer es muy piola, 4. Sabe hacer un asado. Más allá de eso, no entendí un pomo nada de lo que dijo. Le preguntaron por el peronismo. Confusa respuesta es poco. Le preguntaron porqué no se juntaban todos los zurdos. Me dejó en claro que no lo hacen porque tienen las mismas disputas egoístas que el resto de los partidos. Le preguntaron cómo sería su primer día de gobierno. No sabía. Bueno, capaz que esto último fue lo mejor, al fin y al cabo no va a ganar, así que no tiene porqué saber que va a hacer como Presi. ¿No es así?
Y eso me preocupó más todavía. Esta es nuestra oportunidad como zurditos para demostrar que no somos lo mismo, y que si el pueblo y los trabajadores nos confían el poder vamos a poder mejorarles la vida. Las elecciones bajo las leyes actuales son el terreno de los poderosos, nunca el nuestro. Entonces ¿para qué presentarnos? Para poder presentar nuestras propuestas a los más amplios sectores de la población, para poder organizar, para poder debatir, para mostrar que hay alternativa. La izquierda lo tenía en claro eso hace medio siglo; hoy no parece tenerlo más. En las elecciones de 1965, en la provincia de Tucumán, fue electo Leandro Fote como diputado por el PRT. Su candidatura no fue producto de la rosca partidaria sino de asambleas obreras en el sindicato azucarero de San José. Una vez electo ¿qué hizo? Cosas concretas, como proponer la Ley Fote que le daba a los sindicatos el control sobre la contabilidad empresaria. ¿Era la revolución? No, pero si fue algo que permitía determinar la tasa real de la explotación, limitar la corrupción de los burgueses, y ver cuál era la verdadera tasa de ganancia. También propuso, la incautación de los ingenios o industrias que no garanticen la fuente de trabajo, la redistribución de la tierra, y la obligación por parte de las patronales de absorber la mano de obra desocupada El método y el accionar dejaron clarísimo a todo trabajador tucumano que el diputado rojo no era como los otros. Como ese hay pilas de otros ejemplos, como las leyes propuestas por el socialista Alfredo Palacios que incluyeron la jornada de ocho horas y la prohibición del trabajo infantil, o la labor de Miguel Burgas primer diputado comunista de América, los planteos del Goyo Flores en su candidatura presidencial de 1983 o los de José Montes en la de 2001. Todavía hoy me acuerdo al Negro Montes insistiendo: “Nosotros decimos que cómo puede ser que los que se llenaron los bolsillos todos estos años, dejando a millones de trabajadores en la calle, cada vez que hay una crisis la descargan sobre los propios trabajadores. […] La clase obrera es la única que está en condiciones de dar una alternativa. Nos van a decir que es utópico. A principios de siglo, cuando los obreros empezaron a pelear por las tres ocho (ocho de trabajo, ocho de esparcimiento y ocho de descanso) también decían que era utópico y eso sólo se consiguió con una gran lucha a nivel mundial que costó muertos, años.” Los voté con ganas y entusiasmo porque tenían razón en todo lo que decían. Y me consta que si bien sacamos pocos votos, a más de uno les cambió la cabeza. A veces la juventud rojilla se olvida que los éxitos de hoy son producto de muchos años de trabajo gris y cotidiano, como decía Lenin.
La verdad es que la tradición de la izquierda en las lides electorales ha sido riquísima y muy importante. ¿Y hoy? ¿Qué plantea el FIT? O sea, ¿qué ideas tenemos? ¿Qué vamos a hacer los rojos en el gobierno? Al igual que Massa el FIT plantea un salario mínimo equivalente a la canasta básica familiar y pago del 82% móvil del salario a los jubilados, con aplicación retroactiva. Que lo plantee Massa no quiere decir que está mal. De hecho esto está bien. Luego, reparto de las horas de trabajo disponibles y formación profesional a cargo de los empleadores, para combatir la desocupación. Esta me puso nervioso, ¿reparto de lo que hay? ¿Formación a cargo de los empleadores? Ni para programa de transición es esto. Si lo que hace falta es crear trabajo bien pago, no repartir la miseria. De ahí plantea el fin de la tercerización; ingreso a planta permanente, vigencia del convenio más favorable en todas las empresas. Digamos que era más rojillo el peronismo con el Pacto Social de 1973 que proponía un alza general de salarios hasta lograr un 40 a 50 por ciento de la distribución del ingreso a favor de los trabajadores. De ahí vamos al no pago de la deuda externa y a la nacionalización, sin indemnización, de los bancos, el petróleo, la minería, las telecomunicaciones y el comercio exterior agrario, de los ferrocarriles, entregándoles su control y gestión a los trabajadores en todos los niveles. Buah, por lo menos eso suena a zurdito, aunque no mucho. Digo, son las reivindicaciones del primer peronismo, de socialistas, y varios otros “progres”. Y después vienen cosas que, para un viejo como yo que tuvo el placer es escuchar hablar a Tosco y ver el programa del FAS, son por lo menos insólitas. ¿Basta de espionaje a los luchadores? ¿Sólo a ellos? ¿Y al resto? ¿Juicio y castigo a todos los culpables del crimen de Mariano Ferreyra ? ¿Y todos los otros mártires de la lucha de clases? Caramba, otra vez limitado a lo propio ¿no? ¿Y la corrupción, y los narcos, y la policía de gatillo fácil, y la opresión a los pueblos originarios, y la represión, yyyyy? Ni hablar de la política exterior… “apoyo a la rebelión popular , la expulsión del imperialismo de todos los países, apoyo a la unidad socialista de América Latina y al socialismo internacional”. Ok, pero ¿y con eso qué? En realidad parece una bola de consignas sin ton ni son, lanzadas para quedar bien con todos y no pensado como un programa de gobierno. ¿Qué vamos a hacer con ese circo que es Fútbol Para Todos? ¿Miles de millones de pesos gastados en qué? Y todo mientras hay hambre en la casa de 14 millones de compatriotas. ¿Qué tipo de educación queremos? ¿Y los subsidios? Yo creo que hay que sacarlos a todos, hasta la asignación universal por hijo. Lo que hay generar es trabajo bien pago, y quizás hay que volver a las propuestas de Leandro Fote. Pero si no planteamos algo un poco más allá, si no proponemos cosas mejores y más contundentes que los candidatos burgueses, entonces ¿para qué presentarnos a elecciones? O peor aún, ¿para qué nos van a votar los trabajadores? Y en el medio de todo eso lo que se pierde es la revolución social…
En realidad todo es producto de una derrota histórica de la clase obrera argentina que se dio entre 1976 y 1999, con Videla y con Menem. En realidad se cortó la experiencia histórica y hay que hacerla de nuevo. Un amigo me dice que hay que votar al FIT porque es la única opción “de izquierda”. Yo me quedé pensando qué mal que estamos: un voto útil por izquierda. Claro siempre puedo no votar, quedarme en casa o votar en blanco. ¿Y eso en qué ayuda? Pero ¿y en qué ayuda votar al FIT? Por un lado ayuda a mantener una presencia de izquierda, aunque sea muy poco “izquierda” y se asemeje bastante a los partidos tradicionales que solo quieren cargos y subsidios. También ayuda a que mal que mal, el FIT si esta en muchos (no todos, digan lo que digan) conflictos sociales y que la presencia de diputados es positiva… claro, eso también lo hace el diputado de UCR Javier Martínez que fue reprimido por la Policía apoyando a los ambientalistas de Famatina. Quizás la principal diferencia sea que intentan organizar a los trabajadores en función de sus propios intereses. Eso sí me parece importante y si bien me dan ganas de quedarme en casa el domingo es probable que los vaya a votar. Aunque Del Caño sea un pibe bueno y un poco confuso, que Altamira parezca adicto al botox, y que el Pollo Sobrero necesite un baño y un corte de pelo.