por Rubén Kotler
Mañana se cumplirán 15 años de la llamada «masacre de Avellaneda» donde los militantes Maximiliano Kosteki y Darío Santillán fueron asesinados por la policía de Buenos Aires como respuesta represiva a la manifestación del movimiento piquetero.
Hace 45 años, un 24 de junio de 1972, caía asesinado el estudiante salteño Víctor Villalba en las protestas en Tucumán conocidas como El Quintazo.
Villalba al igual que Kosteki y Santillán fueron asesinados por las policías locales, fueron represaliados por reclamar DERECHOS conculcados (por una dictadura en el primer caso, por una extraña democracia en el segundo).
No relacionar el proceso histórico que a lo largo de años no solo no trajo mejoras materiales en la población sino que siguió usando los mismos métodos de represión, es impedir leer la historia del pasado reciente justamente en clave de proceso. ¿Cuántos asesinados y desaparecidos dejaron las últimas dictaduras y las subsiguientes transiciones democráticas? Un listado de víctimas que reclamaban derechos sería aquí interminable. Lo cierto es que al menos para el caso tucumano, olvidar o NO RECORDAR a Víctor Villalba es dar vuelta la página sin más desconectando luchas pasadas con luchas presentes. Hablar del comedor universitario recuperado y no mencionar a Víctor o a Juan Carreras y sus compañeros, es faltar a la verdad y es bajar banderas de lucha. No por enaltecer mártires, como gusta a cierta izquierda, sino por un deber hasta si se quiere moral.
Cierta historiografía resulta indulgente de la dictadura de Onganía, Levingston y Lanusse porque olvida o no menciona, de manera intencionada, los muertos asesinados por las fuerzas represivas: Cabral, Bello, Pampillón, Hilda Guerrero de Molina y el mismo Víctor Villalba solo por mencionar unos pocos casos.
El círculo represivo no acabó con la dictadura de 1976. Y esta democracia liberal burguesa que emergió de la transición tiene tantos muertos asesinados que deberíamos alguna vez hacer un balance en serio, con los casos en la mano, para ver que el comportamiento de la clase dominante no es muy distinto en determinados periodos. Con votar no basta, decía un sociólogo francés. Y este año nos vuelven a convocar a las urnas para dar sostenimiento a un sistema y a unos personajes que hicieron de esa democracia un proyecto nefasto. Los informes de la CORREPI están disponibles para todos aquellos que quieran enterarse sobre el llamado gatillo fácil.
Los asesinatos impunes de Villalba, Kosteki y Santillán, son la prueba más clara de los efectos a largo plazo de un modelo político, social, cultural y económico, que se impuso primero a fuego y sangre y que fue recubierto de ropaje democrático post 1983.
Mientras todo siga igual yo seguiré diciente Maxi y Darío PRESENTES. Y VÍCTOR VILLALBA PRESENTE.
En nombre de ellos 3, presentes TODOS los luchadores sociales asesinados, perseguidos o desaparecidos. Por ellos Junio también debería ser considerado mes de la memoria.