por Pablo Pozzi
Cada día que pasa, abro los diarios argentinos y tengo esa sensación de ser una especie de extraterrestre observando un mundo irreal; o peor aún, de que me fui a dormir y cuando me desperté estaba en una especie de dimensión paralela donde todo funciona irracionalmente. ¿Por qué? Es difícil describirlo, pero vamos a algunas viñetas.
Viñeta 1. Parece que el gobierno argentino está celebrando el triunfo de Joe Biden, en Estados Unidos, porque «los demócratas son moderados y razonables». ¿En qué universo político un tipo como Biden, fiel lacayo de Wall Street durante más de cuatro décadas, es un «moderado»? Es más, el vicepresidente del presidente Drone (Obama), arquitecto del salvataje a Wall Street, colaborador de los golpes parlamentarios, amigo de los neonazis ucranianos y polacos quizás es «razonable» comparado con Trump, pero lo más probable es que sea más de lo mismo sin los exabruptos de la Bestia Naranja. ¿En serio piensan que Biden va a escuchar los pedidos de ayuda de Albertito Fernández?
Viñeta 2. Pero, not to worry baby, porque Biden ha nombrado a Janet Yellen como la futura secretaria del Tesoro yanqui. Yellen estudió con Stiglitz, que también fue el «mentor» de Martín Guzmán, el ministro de economía argentino. ¿Eso nos va a ayudar? Ustedes se imaginan a doña Janet sentada en su despacho mientras el secretario privado le dice: «tiene usted una llamada de un tal Guzmán que dice que estudió con Joe Stiglitz». «¿Quién? Ah, Joe. Hace casi cuarenta años que no lo veo, ¿cómo andará? Pasámelo al tipo ese». «Hello Yanet, dis is Mártin, plis tolk to FMI to give us maney». «What the fuck!». «Sí, piba, yo estudié con Stiglitz y él dice que me des bola». ¿En serio se imaginan que el Tesoro norteamericano funciona por amistades? No digo que sean objetivos, sino que funciona por intereses, y no por quién estaba sentado en el banco de al lado en la secundaria. Lo notable es que deberíamos saber eso. En 2001, Domingo Cavallo insistía que él nos iba a salvar del colapso porque «soy amigo de Bush» (padre). Y tenía razón fue un salvataje notable. Sobre todo, cuando el entonces secretario del Tesoro, Paul O’Neill, y «amigo» de Cavallo y del ministro del gobierno de Duhalde, Jorge Remes Lenicov, aclaró que «hace 70 años que la Argentina tiene siempre los mismos problemas, a los argentinos nadie los obligó a ser como son y nunca exportaron nada que valga la pena». Todavía estamos esperando que nos den una manito.
Viñeta 3. No hay como el sainete Maradona. Todos insisten que el ídolo muerto merece los más grandes honores porque «le dio alegría al pueblo» y «nunca se olvidó de dónde venía». A eso agreguemos que lo importante no es juzgar su vida personal o política, sino que fue «importante para el pueblo». Ah claro, y «las feministas lo odia porque no les gustan los hombres». Parecen boludeces, pero le he escuchado cada cosa a mis amigos. Y todo me encantó. Evidentemente hay muchos Maradonas, y hay que juzgarlo por los goles que metió no por ser un pésimo padre, un maltratador serial de mujeres, un drogón, un veleta político, un pésimo amigo, un tenebroso empresario y un tipo rodeado de los personajes más dudosos. Es más, ni siquiera hay que juzgarlo como director técnico (en caso de que no se acuerden, fue un desastre), sino solamente por cómo la movía en la cancha durante varias décadas. «El más grande en la Historia». Por supuesto que Pelé, Garrincha, Di Stefano, Cruyff, Messi, y tantos otros no existieron. Seamos humildes, por lo menos digamos que fue uno de los grandes. Pero, como corresponde en la dimensión desconocida argentina se repite y se insiste sin siquiera pensar en nada. Me impresiona esa capacidad de separar la vida real de ese lumpen de lo que hacía en la cancha. Ni hablar que eso de «dar alegría» es más que relativo, al fin y al cabo, René Houseman y los muchachos del 78 nos dieron la alegría de ganar el Mundial, y entonces habría que haberlo velado a René en la Rosada y decretado duelo nacional. Claro que René en serio no se olvidó de dónde venía, no como Diego que si pisó Villa Fiorito alguna vez su época de gloria no dejó ni registro de la visita. Ni hablar que si tatuarte la imagen del Che te hace progre entonces está lleno de pandilleros que lo son. Pero, además, nunca entendí por qué un tipo que nunca hizo nada por nadie es más celebrado que Favaloro, Barenboim, Cortázar, Atahualpa Yupanqui y tipos reconocidos y festejados en el mundo entero menos en su patria. Mi sospecha es que en la dimensión desconocida argentina lo que le celebran a Maradona no es su habilidad futbolística sino esa capacidad de hacer cualquier cosa, de dejar hijos por el mundo, de aprovecharse de un montón de pibas mientras maltrataba a su esposa que lo bancó toda la vida y salir impune. Digamos, es lo que todos los machos argentinos anhelamos. Maradona en cierta forma es una especie de ejemplo de la argentinidad o sea de esa identidad y cultura tan rioplatense que nos hace pensar que somos los más grandes del mundo pero que «el imperialismo no nos deja», aunque en realidad no hay nada que lo demuestre.
Viñeta 4. Algo similar pasa con nuestro exvicepresidente Amado Boudou. Finalmente, luego de solo ocho añitos de juicio, lo han condenado por corrupto. No sé cómo alguien puede pensar eso si solo trató de comprarse la imprenta que imprimía los billeticos argentinos. Como corresponde todos en el mundillo kirchnerista se movilizaron rápidamente gritando lawfare ya que consideran que la condena es porque el pobre Amado es un perseguido político. No voy a decir nada de lawfare (excepto que warfare proviene de dos palabras y significa hacer la guerra, o sea ¿lawfare sería «hacer la ley»?) sino de que nadie disputa los hechos. Lo que se disputa es que se lo haya condenado. Obvio, si llegaste a vicepresidente lo lógico, en esta dimensión desconocida, es que seas impune, sin importar cuantas pruebas en tu contra hay. No conozco un solo amigo kirchnerista (y tengo muchos que son cada día menos amigos) que dispute que el tipo es un ladrón; lo que disputan es que lo condenen. Increíble. Todos estos cretinos se movilizan para salvar a un desfachatado, y no se calientan ni una pizquita por los cientos (o miles) de pobres tipos que van presos (figurativamente) por robar un pedazo pan porque tenían hambre.
Viñeta 5. Mi favorito de la semana es el canciller argentino, don Felipe Solá, que no solo se equivocó de lugar donde se reunían Albertico Fernández con Joe Biden, sino que luego no se le ocurrió mejor idea que dar una conferencia de prensa con información que, parece, fue inventada. Allí aclaró que Albertico se había quejado del director ejecutivo del FMI, don Mark Rosen. Y ahí vienen los aspectos de la dimensión desconocida. Parece que sus enemigos dentro del gobierno le informaron a Solá mal del lugar. Si es cierto, sería algo sensacional: para joder a mi rival le empiojo la vida al país, al presidente, al gobierno y a mi abuela. Pero aún más interesante es que el presi Albertico negó que se hubiera quejado del tal Rosen. Digamos, Solá que debe ser un tarado en relaciones internacionales, razón por la cual es Canciller, revela esa información por cualquiera de tres razones: (1) está loco; (2) en ese momento se había fumado un porro mezclado con coca; (3) es un idiota que no sabe que decir eso le va a arruinar la vida al país que está pidiendo ayuda al FMI. Obvio que hay una cuarta opción, decidió empiojarle la vida al ministro de Economía y ya que estamos al país, al presidente y a mi abuelita. Como corresponde en el país de lo irreal, el Canciller no solo no renunció a su cargo, sino que Albertico le reiteró su confianza. ¿Confianza? ¿En qué? Si el tipo no sabe ni dónde queda Brasil o, mejor dicho, confunde las playas de Florianópolis con Brasil. Yo supongo que en realidad Albertico sí se quejó de Rosen y Felipe, tonto de remate, lo dio a conocer con total impunidad. Claro que si eso fuera cierto, entonces el tarado no es solo Felipe sino Albertico y todos sus asesores de política exterior que no saben que esas cosas no se hacen. A ver, ¿qué esperaban? ¿Que Biden dijera «tenes razón Beto, Mark está despedido»? Digo, si las quejas de un presi de pacotilla pudieran dejar sin empleo a los altos funcionarios del FMI hace rato que el Fondo habría dejado de chantajear a los gobiernos del mundo. Digamos Albertico sigue a la altura de su campaña contra Mauricio Claver Carone como jefazo del BID para después ir a pedirle plata como si fueran íntimos amigos. Indudablemente el ego argentino hace que se sobredimensionen ampliamente, y como solo conocen el mundo por los diarios (o por haber ido a Miami de vacaciones), cuando llega el momento de hacer política frente a Estados Unidos se hace macana y media. Bueno, no solo frente a Estados Unidos. Cada vez que Albertico habla del COVID y dice que estamos mejor que diversos países del primer mundo, al día siguiente hay una desmentida de las embajadas de los países que fueron aludidos lo cual, por supuesto, mejora las relaciones. Más o menos a la altura de Cristina Kirchner diciendo que en Argentina hay menos pobres que en Alemania.
Por supuesto, todo puede ser producto, no de la dimensión desconocida, sino de la esquizofrenia nacional. El gobierno insiste que ha reducido la pobreza, supongo que no camina por la calle; o que no hay ajuste cuando la mitad de la población pasa hambre y los salarios no hacen más que caer; o que no podemos tener clases por miedo a contagiarnos COVID mientras los sindicalistas docentes van en sus cientos al velatorio de Maradona. Y lo peor de todo, es que aun con un 60 % que tiene una opinión negativa de Albertico y de Cristina, hay un 32 % que les cree todo lo que digan, aunque insistan que la luna es de queso. Una posibilidad es que este país tenga 10 millones de tarados. La otra es que estemos en la dimensión desconocida, donde nada funciona con lógica y razón.