por Rubén Kotler
Aclaración: Las siguientes reflexiones surgen de la implementación del llamado pase sanitario en Argentina para impedir que los no vacunados accedan a lugares de concurrencia masiva.
No soy antivacunas. Y por ello, SIEMPRE siguiendo las recomendaciones de mis médicos de cabecera, me he vacunado como he vacunado a mi hijo. En eso tengo la confianza de saber que mis médicos son profesionales probos. Del mismo modo que son ellos quienes me indican qué tratamiento debo seguir en caso de padecer alguna dolencia. Y si me generan dudas siempre, pero siempre, termino en una interconsulta con otro profesional. Lo que no creo es que a nadie deba importar que un acto privado, como seguir un tratamiento médico, preventivo o curativo, se haga público.
Por la sencilla razón que hay leyes que amparan a los ciudadanos. Uno debería ir al médico y este explica qué tratamientos posibles hay para determinadas dolencias. Y todo queda en la confidencia entre el galeno y el paciente. Con el Covid19 ha sucedido algo que es tremendamente llamativo: todos estamos enfermos hasta que demostremos lo contrario. Y demostrar lo contrario implica llevar marcas como el tan mentado pase sanitario, que no es otra cosa que el control del Estado en cuestiones privadas como el cuerpo. Hoy es la vacuna del Covid19, mañana el cuerpo tatuado.
Defiendo a la salud pública como único resorte posible para que todos y todas tengan acceso a un tratamiento según la dolencia. Lo que no defiendo es la intromisión del Estado en las decisiones del propio cuerpo. Por otro lado, si una conducta es atentoria contra la salud pública no es algo que determine la señalización de una vacuna. Como no lo es la prohibición de fumar o de beber alcohol, cuando fumar en la vía pública o beber en exceso sabemos que si es nocivo.
Si la vacuna es opcional porque no hay una ley de obligatoriedad, entonces no pueden exigirle a un ciudadano un pase sanitario de una vacuna que no previene el contagio. Un vacunado puede enfermar y puede terminar con complicaciones. Y vale para la gripe. Un no vacunado, con un sistema inmune fuerte puede incluso ser portador del virus sin complicaciones. Y es lo que hemos notado y nos han machacado desde el comienzo de la pandemia.
Ya consiguieron en los primeros meses de declarada la pandemia que ciudadanos se conviertan en buchones, señalando a quienes no cumplían estrictamente con la cuarentena. Y ya sabemos también como una respuesta represiva en el tratamiento de cuestiones de salud, deriva en persecuciones, represiones, desapariciones y asesinatos ¿Es esta sociedad la que queremos? Yo al menos no es la sociedad que quiero para mi hijo a quien enseño a cuidarse y a cuidar a otros, no a que señale como culpable a quien no lo es.
El problema es que nos hemos convertido en jueces y hemos invertido la carga de la prueba: todos somos culpables de un virus que, probablemente, haya salido de algún laboratorio mengeliano. Ahora que vivimos en tiempos de hipervigilancia, el tan mentado panóptico Foucaultiano se hace carne en un pase sanitario que no es otra cosa que el señalamiento de quienes, vacuna mediante, son inocentes y culpables. Lo que aún no pueden explicar es culpables de qué delito. Y no admito la prueba de que el pase sanitario se impone en países europeos como Alemania, España o Francia, países centrales cuya historia reciente no está ajena a la violación de los más elementales derechos humanos.
Evidentemente son tiempos donde el progresismo ha resignado, asustado o convencido, sus libertades y aplaude a genocidas como Milani o bien callan ante leyes como la Ley antiterrorista. Y no es casual que el pase sanitario se imponga en provincias como Tucumán, la que tuvo sus ciudadanos desaparecidos y asesinados por las fuerzas represivas o que usaron complejos deportivos para llevar a detenidos que «violaban la cuarentena». No es casual tampoco el silencio a tales atrocidades del progresismo, miedoso, de la provincia.
Primero vinieron con los que violaban la cuarentena, pero como yo tuve el privilegio de quedarme en casa, no me importó; Después vinieron por los que habían contraído el virus, pero como yo no di positivo en ningún hisopado, no me importó; Después vinieron por los no vacunados, pero como yo tengo mi fotito con los dedos en V y el carnet de vacunado, no me importó; Ahora estamos todos, contagiados o no, vacunados o no, hiper vigilados y en la próxima pandemia será tarde.
Por todo lo expuesto es que considero una necesidad impugnar una medida que invariablemente camina por risco peligro que nos puede conducir a saltar por un abismo llamado fascismo.
Una nota al pie necesaria para señalar que la medida del pase sanitario va en contra de algunos principios de la propia ley nacional de salud
La ley de salud pública argentina Ley 26.529, dice lo siguiente en su artículo 2
ARTICULO 2º — Derechos del paciente. Constituyen derechos esenciales en la relación entre el paciente y el o los profesionales de la salud, el o los agentes del seguro de salud, y cualquier efector de que se trate, los siguientes:
c) INTIMIDAD. Toda actividad médico – asistencial tendiente a obtener, clasificar, utilizar, administrar, custodiar y transmitir información y documentación clínica del paciente debe observar el estricto respeto por la dignidad humana y la autonomía de la voluntad, así como el debido resguardo de la intimidad del mismo y la confidencialidad de sus datos sensibles, sin perjuicio de las previsiones contenidas en la Ley Nº 25.326;
d) CONFIDENCIALIDAD. El paciente tiene derecho a que toda persona que participe en la elaboración o manipulación de la documentación clínica, o bien tenga acceso al contenido de la misma, guarde la debida reserva, salvo expresa disposición en contrario emanada de autoridad judicial competente o autorización del propio paciente;
e) AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD. El paciente tiene derecho a aceptar o rechazar determinadas terapias o procedimientos médicos o biológicos, con o sin expresión de causa, como así también a revocar posteriormente su manifestación de la voluntad.
ARTICULO 18. — Inviolabilidad. Depositarios. La historia clínica es inviolable. Los establecimientos asistenciales públicos o privados y los profesionales de la salud, en su calidad de titulares de consultorios privados, tienen a su cargo su guarda y custodia, asumiendo el carácter de depositarios de aquélla, y debiendo instrumentar los medios y recursos necesarios a fin de evitar el acceso a la información contenida en ella por personas no autorizadas. A los depositarios les son extensivas y aplicables las disposiciones que en materia contractual se establecen en el Libro II, Sección III, del Título XV del Código Civil, «Del depósito», y normas concordantes.
Opino que el fascismo es peor que el comunismo.
Opino que las caries es una infección que puede tener muy serias consecuencias a la salud y puede el fascismo generar que se exija también otro pase sanitario.
La foto del duce Alberto en Olivos en 2021, en el cumpleaños de Fabiola, es una clara imagen de fascismo.